Un millón de culés se rindió a sus héroes

Barcelona | La gran fiesta del triplete

Un millón de culés se rindió a sus héroes

Un millón de culés se rindió a sus héroes

La fiesta acabó en el Camp Nou, que reventó con 98.000 hinchas

Barcelona se convirtió en el centro futbolístico del mundo. Extrañamente, a la hora programada y sin un minuto de retraso (18:00), el Boeing 757 que trasladó a la expedición oficial tomó tierra en la capital catalana. Engalanados con todo tipo de prendas azulgranas, más de un millón de fanáticos decidieron pasar la tarde desafiando al calor para ver como máximo un minuto a sus héroes, que cruzaron toda la ciudad, aunque curiosamente no pisaron la Avenida de Roma, una de las principales arterias de la ciudad. Las muestras de cariño fueron evidentes en todo momento: el pueblo está entregado al colectivo dirigido por Pep Guardiola. Eidur Gudjohnsen fue uno de los más aclamados, Alexandr Hleb, de los más activos y Samuel Etoo, lo vivió todo con mucha calma.

Víctor Valdés también agitó a sus compañeros, que poco a poco iban notando el cansancio, pero la emoción de ver las caras de alegría les ayudaba a seguir en pie, jaleando a los que le arengaban desde las aceras. En comparación con la celebración tras vencer en París, todo pareció más calmado. Martín Cáceres ondeaba una bandera uruguaya y Eric Abidal, una senyera. Guardiola estaba asombrado. Compartió momentos con todos, aunque no se separó de Manel Estiarte. Txema Corbella, uno de los utilleros más veteranos del equipo, combinó gorras de la Guardia Urbana con la de los Mossos d'Esquadra, mientras que Leo Messi no se quitó una barretina (típico gorro catalán) y disfrutaba como pocos de la jornada. Cerca de las 23:00, el equipo apareció en el Camp Nou, repleto con 98.000 localidades; hubo gente que se quedó fuera y reventaron tres puertas para poder acceder. Lo nunca visto.

Discursos.

"Ya la tenéis aquí", dijo Puyol, como Guardiola y Piqué. "Es un orgullo ser culé y catalán", comentó Xavi, antes de que Iniesta se dirigiera en catalán, volviera a acordarse de su Fuentealbilla natal y pidiera la renovación de su entrenador. "Querían las tres, aquí las tienen", gritó un perjudicado Messi. Le costó salir a Etoo, que acabó gritando: "Visca Catalunya!". Henry se confesó "culé", Gudjohnsen hizo publicidad de Islandia y Sylvinho dedicó los títulos a sus dos hijos. Así, entre cohetes y petardos, acabó la fiesta de los campeones de Copa, Liga y Champions: el triplete ya está en Barcelona.