La fiesta del bajito, el enclenque y el padre

La fiesta del bajito, el enclenque y el padre

La fiesta del Barça ha sido una fiesta española, de toda España. Se escuchaban bocinas en Santa Cruz de Tenerife, en Badajoz, en Vigo, en Madrid. En Madrid las fuerzas del orden tomaron La Cibeles, por si acaso. Esto no es insólito; el Barça siempre ha tenido una afición generosa, fuera de Barcelona y de Cataluña. En España y en el mundo. Ahora esa afición está crecida, y se incrementa. Por el fútbol. Este juego que hace el Barcelona ahora hizo aficionado al Barça a un servidor de ustedes, y el orgullo que ahora desplegamos por el territorio nacional, un orgullo blaugrana, viene de ese sentimiento, que Pep Guardiola ha renovado.

Tiene algo de heroico este equipo, aparte del juego, que es lo primordial. Un bajito, un enclenque y un padre -Messi, Iniesta, Etoo que además es negro- construyeron frente al Goliat del fútbol una gesta que se parece a la que ganó David. La fiesta que ahora vivimos tiene que ver con eso. Los grandes se quedaron pequeños, y los pequeños los bailaron. Esa es la esencia del partido. El malhumor del portugués Cristiano Ronaldo -Valdano tendrá que reeducarle si viene al Madrid- se manifestó con una arrogancia que también puso a la hinchada enfrente de lo que supone el Manchester United. Festejar el triunfo, pues, ha sido una cosa de todos; nadie le ha negado al Barça el genio que subyace en las razones de la victoria. Lo asombroso es la fortaleza de este fútbol de enclenques.