Desde que Florentino Pérez accedió a la presidencia del Real Madrid (16-7-2000) la Copa del Rey se ha convertido en un foco morboso de sonrisas y lágrimas, provocando en el club un recelo indisimulado hacia esta competición vista por todos los estamentos de la entidad como el patito feo, muy lejos en valoración respecto de la Champions y la Liga. Pero el meritorio triunfo en Tenerife, las eliminaciones prematuras de miuras como Barcelona, Valencia, Deportivo y Zaragoza, y la mayor flexibilidad del calendario copero de esta temporada (las semifinales no se juegan hasta la primavera y la final el 11 de junio) han modificado los planteamientos estratégicos del Madrid sobre el desconcertante torneo del K.O.

Hay un parón hasta enero y, si llegamos a semifinales, no habrá que desgastarse hasta abril. Y si llegas a la final será en junio, perfecto para poner un buen broche a la temporada en caso de que la Liga o la Copa de Europa no hayan concluido de forma feliz..., comentaba ayer a AS desde el Bernabéu una voz autorizada que reflejaba la satisfacción existente tras la sufrida clasificación para los octavos de final.

No hay que olvidar que Florentino ha probado por igual el vino y la gaseosa con la Copa en lo que lleva de mandato. Empezando por la primera experiencia, traumática, al caer en el Salto del Caballo de Toledo a las primeras de cambio (2-1). En 2002 llegó el famoso Centenariazo con el Deportivo, con un sobreesfuerzo obligado por la histórica efeméride que les apartó a los blancos del título liguero. Pero ganaron la Champions en Glasgow... En 2003 Del Bosque apostó por un equipo B, como ahora García Remón, y llegó hasta los cuartos de final, donde quedó apeado tras caer en Mallorca (4-0). Y el año pasado ya se saben la historia. Final de Montjuïc tras eliminar a Valencia y Sevilla, pero el Zaragoza les venció en la prórroga. ¿A la quinta irá la vencida?