Cruyff, el hijo del frutero que revolucionó el fútbol

Menos de medio kilómetro separaba su habitación, situada en el número 32 de la calle Akkerstraat de De Meer, del antiguo estadio del Ajax. Eso era una señal. Pateaba el balón Johan Cruyff cada día sobre las paredes de las casas adyacentes a la suya, mientras algunas vecinas bajaban a quejarse a su padre Hermanius, dueño de una frutería, y a su madre, Petronella, por el molesto repicar del cuero. Nacido en Amsterdam (25-4-1947), siempre mostró tener habilidad, hasta que con 10 años ingresó en las inferiores de la entidad ajacied.

Acompañado de su hermano, Johan pasó las pruebas de selección y aseguran que su madre intercedió para convencer a los técnicos de que se lo quedaran. Sea como fuere, aquel niño comenzó a crecer con la camiseta del Ajax, a dejar muestras de su calidad, y en un abrir y cerrar de ojos pasó de ser el diamante de la cantera a conducir al primer equipo a ganar tres veces consecutivas la Copa de Europa (1971, 1972 y 1973).

No al Madrid. Cruyff se encargó de abanderar lo que con el tiempo fue conocida como escuela holandesa, la encargada de revolucionar el fútbol contemporáneo con su dinamismo, su despliegue físico, su capacidad para generar sorpresas al rival y su exigente calidad técnica. El Madrid quiso ficharlo en 1973, pero su cabezonería le condujo a Barcelona, a cambio de 60 millones de pesetas (360.000 euros). Como azulgrana dio espectáculo (incluyendo un 0-5 en el Bernabéu), agitó al dormido barcelonismo, conquistó una Liga y una Copa, y se dejó las puertas abiertas a un regreso que se produjo en 1988, esta vez como técnico. Acabó como jugador, eso sí, defendiendo los colores del Feyernoord, eterno rival del Ajax; se comprometió con el club de Rotterdam en 1983 al ser rechazado por los capitalinos, tras haber regresado en 1981 del Levante. Antes había viajado a los Estados Unidos (Los Ángeles Aztecs y Washington Diplomats).

Con la camiseta Oranje disputó el Mundial de Alemania (1974), en el que fue finalista, pero no acudió al de 1978. Quería estar cerca de su familia, que sufrió un intento de secuestro antes de la cita argentina, tal y como él reveló tiempo después en una entrevista.

La leyenda. De mensaje directo y filosofía clara, Cruyff se hizo entrenador en el Ajax para triunfar definitivamente en el Camp Nou. Llegó al Barça en 1988 y fue despedido en 1996. Si en el club de Amsterdam alzó la Recopa de 1987, de azulgrana se hizo con 11 títulos (cuatro Ligas, una Copa, tres Supercopas de España y una de Europa, además de una Recopa y la primera Copa de Europa de la institución). Un legado de trofeos y de ideas, un valor intangible pero eterno.