Uno de los aspectos que más se están criticando del Madrid de Pellegrini es su preparación física. Esta circunstancia no es nueva en Villarreal, ya que en la etapa del chileno aquí también se tuvo la sensación de que el equipo se entrenaba poco, y que ese trabajo parecía insuficiente.

Este hecho quedó desmentido después con los buenos finales de temporada que hizo el conjunto amarillo y con algo en lo que Pellegrini cambió al Villarreal: el trabajo extra en el gimnasio. Era una obsesión tanto personal como con sus jugadores. Es más, inculcó este hábito, obligó a varios futbolistas a hacer más trabajo específico y amplió en dos ocasiones el gimnasio de la ciudad deportiva.

Ejemplos.

Eso motivó que muchos jugadores, también por decisión propia, complementaran sus sesiones habituales con el trabajo con máquinas fuera de horario. Caso aparte eran Forlán y Pires. El uruguayo es un obseso de los entrenamientos y además de las sesiones obligatorias y de machacarse en el gimnasio se autoimponía una hora diaria de remates a puerta. En cuanto al francés, bien por su edad (36 años) o porque cuando llegó se lesionó gravemente, era habitual que por las tardes realizara trabajo específico por su cuenta. Incluso llegó a pedir jugar con el filial para coger el ritmo competitivo cuanto antes.­