Abel sabe que sus posibilidades para continuar como técnico rojiblanco se le están escapando por la retaguardia. Semana tras semana, sesión tras sesión el de Velada trata de corregir la sangría que el Atlético tiene abierta en su zaga. Ayer Abel volvió sobre sus pasos, apartó a los defensas y a los centrocampistas defensivos y volvió a aleccionarlos como en la semana de su aterrizaje en el banquillo rojiblanco.

Gesticulante, gráfico e incluso muy serio se pudo ver al técnico rojiblanco haciendo hincapié, sobre todo, en las elecciones de sus defensas: saltar o no, salir o tapar, bascular o presionar... Durante los casi 50 minutos en los que estuvo aleccionando a sus hombres no paró de dar instrucciones ni reunirlos para corregir algo que no le había gustado. Abel sigue intentando que defensivamente el equipo se mueva como uno solo. De nada sirve que un par o tres jugadores traten de ahogar al rival en la banda o en campo abierto, si el resto de líneas no se mueve como un acordeón para cerrar las posibles salidas que pueda tener el contrario. Abel quiso solventar problemas cotidianos de un partido.

Los despejes, la organización de las zonas y la coordinación entre laterales y centrales para no quedarse colgados a la hora de interpretar el fuera de juego hicieron que Abel casi se desgañitara dando órdenes. El domingo llega el Betis, un equipo con 47 goles a favor, una cifra nada desdeñable, mucho menos para un Atlético que ya ha encajado esta temporada 54, uno más que en toda la pasada. Abel previno a la defensa, pero también al centro del campo del poder ofensivo de Emaná, el máximo goleador del Betis con 11 tantos. Hay que mitigar en lo posible su llegada al área rojiblancas.