Imbatibilidad de oro

Estonia 0 - España 3 | La contracrónica

Imbatibilidad de oro

España sigue surcando los mares de Europa con su fútbol de seda y su pegada de Clay. Torres enturbió la víspera, pero Juanito, Villa (a un gol de Di Stéfano) y Puyol se bastaron para seguir la ruta hacia Suráfrica!

Balón de Oro. La felicidad, como la vida, desconoce la fórmula de la eternidad. Nuestra España triunfal de Austria era la viva imagen de una familia armoniosa, capaz de derribar los muros de nuestra historia negra con el mejor fútbol que se haya visto en Europa en veinte años. El éxito de aquella Selección se basó en la solidaridad del grupo, desplegada tanto en el campo como fuera de él. Pero ha sido llegar la batalla de los egos (el Balón de Oro los alimenta, para qué engañarnos) y meterse el héroe del Prater, Fernando Torres, en un jardín que se ha llenado de espinas de forma absurda. Alguien le ha contado al Niño Cantor de Viena una película con el guión adulterado. Aquí no hay campaña por nadie. Casillas se ha ganado el afecto de su pueblo (Móstoles) y no es culpa de Iker que Torres no haya sentido el mismo aliento de sus paisanos de Fuenlabrada. Además, al cuarto de hora del partido con los ingenuos estonios, Casillas evitó el 1-0 con un mano a mano ejemplar ante Voskoboinikov. Digno de un Balón de Oro. Aunque creo que el premio lo ganará al final Cristiano Ronaldo, Torres debería pedir disculpas al héroe de la noche de Italia y soñar con que France Football diese un Balón de Oro global, incluyendo a Iker, Xavi, Senna, Iniesta, Villa Y Torres.

Va de récord. A todo esto, Casillas respondió a su manera. Dejó su puerta a cero, una vez más, y batió el récord histórico de imbatibilidad (ayudita del speaker Reina incluida), así como el suyo propio. Este chaval está bendecido y es mejor no tocarle las narices. Si llega a vivir en la Edad Media habría extraído de la piedra la espada de Excalibur. El otro día me decía un fan suyo, responsable de la INVAC (organización que comercializa la carne de vacuno en España), que nuestro porterazo representa la identidad del deportista perfecto: humilde, ganador, sencillo y de aspecto sano. Por cosas así también se dan Balones de Oro. Y esto no es otra campaña.

Juanito Maravilla. Que en Tallin, la ciudad en la que Rosa de España pulverizó en 2003 los récords de televisión con su Europe living's celebration, fuera un defensa el que abriera la lata de los atrincherados estonios sólo puede ser motivo de alegría. Se llama Juanito, lo que ya te obliga a ponerte de pie en su presencia, es un bético irreductible y sabe hacer piña en el vestuario con su buen rollo. Su gol premió a su gremio y a Xavi, que el día que se retire debería poner un negocio de paquetería postal. Con él todas las cartas llegarían a su destino. Qué lujo de pasador. Este loco bajito, que diría Serrat, es un regalo para la vista y un embajador del buen gusto.

Bien, Vicente. Del Bosque ha sido el bálsamo idóneo tras la ruidosa marcha de Luis. Tal y como estaba previsto. Cuatro partidos, cuatro victorias. Ha mantenido el espíritu triunfal de Viena y la apuesta por el toque, pero ha defendido con firmeza sus ideas: extremos y dos delanteros. Los jugadores se ven desestresados porque ven en él a Papá Pitufo y no a un general de hierro. España iba bien. Y va a ir mejor.

Ojo a los belgas. Ya sé que el Bélgica-España del miércoles en el estadio Rey Balduino les sonará a los más jóvenes como una pachanga con público. Pero mi generación creció con la eliminación del Mundial de México 86 ante la tropa de Pfaff, Gerets y Ceulemans. Concentración máxima. No olvido.