Empate para seguir sufriendo

Primera | Valladolid 0 - Osasuna 0

Empate para seguir sufriendo

Empate para seguir sufriendo

Cruchaga y Sola lanzaron al larguero. El Valladolid puso corazón, pero no pegada. Ziganda no arriesgó y firmó el empate. Iñaki Bea se lesionó

Para todos aquellos a los que les gusten las emociones fuertes, la cosa promete. Este empate de ayer no saca de pobres ni a vallisoletanos ni a navarros, aunque dejó más contentos a los de Ziganda, lógico, ya que tienen dos puntos más y al jugar fuera de casa estaban obligados a menos que un triste Valladolid, que pone tanto corazón como falta de acierto en la mayoría de sus acciones.

Los aficionados locales salieron preocupados ayer de Zorrilla. Ante un rival que firmó las tablas y que casi gana sin querer, los de Mendilibar esgrimieron impotencia y más que falta de pegada, que la hubo, falta de llegada. El Valladolid, con balón, fue inofensivo como un niño. Pelotazos a destiempo de sus centrales y pases horizontales sin malicia de sus centrocampistas. Sólo aparecieron algunas llegadas del impetuoso Kome, castigado injustamente al ser sustituido, y la verticalidad de un Llorente, que está más solo que la una. Nada más.

Tampoco tuvieron mejor pinta ofensiva los navarros. Ziganda vino a empatar y lo logró. Es posible que en sus planes el punto sumado en Valladolid sea suficiente para firmar la permanencia, pero también es verdad que, de haberlo intentado con más convicción, es probable que hubiera podido incluso llevarse los tres puntos como Racing y Valencia lo habían hecho recientemente. Pero para eso había que tener más ambición y más confianza en las fuerzas propias y, por lo que se vio, el Cuco ni lo uno ni lo otro. Osasuna fue orden y disciplina en el campo, pero poca capacidad para poner en aprietos a la defensa local, salvo en las jugadas a balón parado que cada día son peor defendidas por los de Mendilibar.

Las dos mejores ocasiones del partido las tuvo casi sin querer el equipo navarro. La primera en el minuto dos de partido. Primer córner, primer despiste de los defensas locales y Cruchaga, solo y de cabeza, envió al larguero. En la segunda parte llegaría otra gran ocasión para los visitantes. De nuevo tras una falta colgada sobre el área vallisoletana, el balón queda suelto y Sola lo remata a bocajarro. El travesaño salvó a Sergio Asenjo y de paso al Valladolid, que de esa forma evitaba un gol que, por lo que se vio, hubiera resultado definitivo ante las indecisiones de los jugadores locales.

Cruda realidad.

Se había querido restar trascendencia al partido desde la caseta pucelana para no convertir en una final algo que se juega en marzo, a dos meses del termino de la Liga. Pero la victoria del Recreativo le tenía en descenso al Valladolid a las cinco de la tarde. Ese dato, tan sólo ése, era suficiente para que los de Mendilibar se dieran por fin cuenta de donde se están metiendo. Por eso salieron con ganas de trabajar al campo, pero sin ideas futbolísticas como para abrir la muralla pamplonica. Mientras duraron las fuerzas se mantuvieron las esperanzas. Llorente hizo trabajar a Ricardo en el minuto seis y Vivar Dorado, vaya tarde que tuvo el hombre, erró solo y sin portero en el segundo palo, a los 17 minutos de la primera parte. Ricardo ya no se llevó más sustos. De hecho, casi en la segunda parte se aburrió. Y no es de extrañar viendo como acabó el Valladolid. Cansado y sin ritmo en el centro del campo, con Vivar Dorado de extremo derecho, con un delantero en el campo y con Manchev en el banquillo. Tan sólo la salida al campo de Capdevila animó algo la cosa en el tramo final del encuentro.

Osasuna se marchó contento de Zorrilla porque logró no perder, que era de lo que se trataba. Y se le vieron algunas virtudes a los navarricos. Fueron siempre superiores en el juego aéreo. Cruchaga y Josetxo imponían su ley en defensa y a veces en ataque. De hecho el capitán dispuso, además del remate al palo que efectuó, de otro cabezazo en el minuto 22 que se le marchó por alto. Mientras, Astudillo y Javi García hicieron de tapón ante la escasa creatividad de Álvaro Rubio, cada día más apocado, y de Diego Camacho, que hizo un buen primer tiempo, pero que desapareció en el segundo. Sin creación y con las bandas frenadas, al Valladolid sólo le quedaba el recurso de colgar balones y eso es lo que mejor le vino a Osasuna como pudo verse.