Rodillo azulgrana

Mundial de Clubes | Barcelona 4 - América 0

Rodillo azulgrana

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Ni el ‘Jet lag’, ni la falta de sueño, y ni tan siquiera el encubierto respeto que imponía la presencia del ‘Piojo’ López -antaño verdugo del Barça- pudieron torpedear lo que era un secreto a voces. El Barcelona es el equipo más fuerte de este torneo y camina con firmeza hacia el anhelado cetro. Los hombres de Frank Rijkaard superaron el primer escollo que suponía el América de México con autoridad militar y ya están en la final.

Los azulgrana aterrizaban en la cita bajo la dictatorial premisa del ‘prohibido fallar’. La dolorosa derrota frente al Sao Paulo en el 92’ privó al equipo catalán de un premio que todavía no engalana las vitrinas del club blaugrana. Por tanto, el torneo se presentaba como una deuda histórica que los Ronaldinho, Deco y compañía deben saldar. Su entrenador, Rijkaard, ya sabe lo que es conquistar la Intercontinental con el Milán, pero no quiere perder la oportunidad de pasar a la historia como el único que lo ostenta como jugador y como técnico.

El mensaje del holandés ha sido interpretado a la perfección por sus hombres, que desde el principio salieron en busca del billete para la final. El inicio del choque evidenció los síntomas que ya se advertían en la llegada a tierras niponas. Ritmo lento, cansino, e imprecisión en los pases. Unos síntomas que se acentuaron cuando en el minuto 5’, Víctor Valdés derribó a Claudio López en el área en una acción que pudo marcar el devenir del encuentro. Con la amenaza del ‘Piojo’, el Barcelona despertó de su letargo y dejó de lado la factura física y su aparente temor a un tropiezo. Deco, líder, tomó las riendas del partido secundado por la inteligencia de Andrés Iniesta y la fantasía de Ronaldinho.

Desde ese instante, se produjo un intercambio de papeles más acorde con el guión previo a la cita. El descaro del América se tradujo en miedo y el tedio azulgrana se transformó en la ley del más fuerte. Avisó en el 9’ Dinho con un lanzamiento que se topó con el defensor rival Castro. El brasileño, en el estadio que le condujo a la conquista del Mundial del 2002 con Brasil, quiso evocar su efímera gloria con la canarinha a base de magia. Ni la tromba de agua que cubrió el moderno estadio de Yokohama pudo impedirlo. Después de un nuevo aviso por parte de Deco, llegó el primer aguijonazo azulgrana de la forma que más le gusta. Una gran combinación entre Deco, Ronaldinho e Iniesta permitió a Gudjohnsen anotar el primer gol con un certero remate y encarrilar el pase a la final.

El tanto del islandés dio alas a los de Rijkaard, que comenzaron a juguetear con su oponente hasta rozar el ensañamiento. Un excelso dominio que tan sólo se vio alterado por un libre directo de Ricardo Rojas que fue abortado, providencialmente, por un felino Víctor Valdés. Acto seguido, Zambrotta se sumó al ataque y probó con un potente disparo que fue el preludio ideal del segundo gol azulgrana. Un certero derechazo sobre el rostro de su ‘sparring’, que veía como Márquez ejecutaba mediante un gran testarazo un templado servicio de Deco. Crecido, sabedor de su superioridad y ante el aparente noqueo de su rival, el Barcelona tuvo tiempo de gustarse antes de llegar al descanso. Un deleite representado por Ronaldinho, que emuló la fantasía del mejor Zidane con una estética ‘ruleta’.

Sin piedad

En la reanudación, el conjunto azulgrana disminuyó las revoluciones de su motor pensando ya en el hipotético cara a cara en la final contra el Internacional. Desde que Frank Rijkaard aterrizase en Barcelona, el equipo ha ganado una dosis de oficio, de saber hacer y de marcar el 'tempo' de la que carecían sus jugadores. Al estilo de otros partidos de esta campaña, los futbolistas blaugranas interpretaron correctamente el partido. Cuando tuvieron que dar un ligero acelerón, lo hicieron, y cuando tuvieron que dormir el choque para reservar víveres, lo sumergieron en un profundo sueño.

Con el América bajo los efectos de la hipnosis, Ronaldinho incrementó el castigo mexicano con un nuevo gol. El brasileño, en la antesala de recibir su tercer FIFA World Player consecutivo, certificó su hegemonía el minuto 65' colocando el balón en el punto imposible para los porteros. A sangre fría, sin perdón, como los grandes depredadores.

La superioridad del Barça dio pie a la reflexión. Rijkaard sustituyó a Motta, Gudjohnsen y Giuly para dar entrada a Ezquerro, Xavi y Belletti. Pero fue Deco, impresionante, quien redondeó la goleada con un excelente zapatazo que atestigua su estirpe. Incluso, Ronaldinho tuvo tiempo de lucirse por enésima ocasión con una genial vaselina que se estrelló en el larguero del meta mexicano. El América, resignado, se entregó en tributo a la lógica. El rostro de Claudio López en el banquillo, con la mirada perdida, suponía el fiel reflejo de lo acontecido en el terreno de juego y confirmaba un cambio histórico. El Barcelona ya no sucumbe ante sus arrancadas. Domina, juega, y sobre todo, vence.