Conocí a Pipa Higuaín padre en el vestuario de Boca. Justo cuando dejó San Lorenzo. Después hemos sido compañeros futbolísticos. Nos hemos llevado bien dentro y fuera del campo. Siempre tuve una buena química con él. Luego, como ex jugadores, también hubo una buena relación, por eso me encantó mediar en esto.

Al niño lo conocí cuando subió al primer equipo de River. Cuando me enteré de que era su hijo me llevé una doble satisfacción. Gonzalo me parece un jugador técnicamente muy interesante, fino, que es para el paladar del Madrid de toda la vida, pero no para el de Capello. Ahora he podido estar más en contacto con él. Durante la visita a su casa vi a un niño de 18 años que no parece tener esa edad por su forma de pensar y su seriedad. Parece que tiene muchos más. Lo veo con los pies en la tierra. No es de esos niños que están volando.

Centrado.

Jugar a los 18 en River Plate, que junto a Boca son de lejos los dos equipos más importantes del país, y con tan pocos partidos encima tener la posibilidad de actuar en el mejor equipo del mundo es como para estar centrado y muy seguro de sí mismo. Cuando apareció la oportunidad del Madrid no lo veía muy seguro de volar a España. Pero creo que ahora ha despertado aún más y se da cuenta de que el tren pasa una vez y de que no quiere perder esta oportunidad. Si River le pone alguna traba tratará de pelear de la forma más limpia para ir al Santiago Bernabéu. Casi no ha jugado y ya es una estrella mundial. Es difícil a esa edad irse de la pollera de la madre y de los pantalones del padre. A todos nos ha pasado eso. Pero el Pipita estaba más convencido que nunca de que este sueño se haga realidad.

Creo que hijo, padre, representante y todos aquellos que lo quieren pretenden concretar el fichaje. Acá el gran problema es River Plate, que ponga los pies sobre la tierra y que no corte la carrera deportiva de este chico, que no le ponga trabas. Como dijo Maradona: "Que al chico no le corten las piernas".