La hora de la verdad

Mundial 2006 | España - Francia

La hora de la verdad

La hora de la verdad

Cesc y Raúl, en el once titular Zidane: victoria o retirada

Hay que confiar, nos guía Luis. He escuchado decir, y yo también lo creo, que él ya tenía previsto todo lo que nos ocurre, el partido contra Francia, los miedos de última hora, las preguntas sobre Henry y su fascinante historia del sexador de pollos japonés, un relato que todavía estará intentando descifrar el servicio secreto galo. Es como si Luis ya hubiera pasado por aquí, como si en aquellos meses que a nosotros nos parecían demasiado lejos del Mundial, él hubiera dedicado su tiempo a imaginar alternativas y, lo que es ir más allá, a vivirlas.

Resulta esperanzador que en vísperas de la batalla el entrenador ría y nos haga reír, que su once coincida con el nuestro, que nuestras dudas contrasten con su confianza. Hacía mucho tiempo que no nos daban una palmada en la espalda antes de tocar la corneta. Somos uno. Por eso no es extraño que los periodistas aplaudan en las conferencias de prensa, porque el entrenador jalea y ellos contestan, exactamente igual que esos sargentos de las películas que en plena instrucción recitan algo para que lo repita la tropa, suelen ser pareados primitivos, pero que recitados a gritos sirven para definir la misión: "¡No nos iremos de aquí hasta que veamos Berlín!". Algo así.

Pero ese ánimo que hoy se ha transformado en optimismo no está fundado sólo en palabras. Hay hechos. España jugará hoy contra Francia con un equipo valiente que no cambia para protegerse de las fortalezas del contrario, sino para atacar sus debilidades. Por eso jugará Cesc, porque si el objetivo es apoderarnos del balón deben salir quienes mejor lo mueven. Y por eso mismo es titular Raúl, porque apoya mucho y pierde poco. Los franceses son más altos, más fuertes y más veteranos. Así que puestos a elegir armas, entre espadas, pistolas y guantes de boxeo, elegimos balón. Que corran ellos, que nos persigan.

Francia no lo tiene claro. El debate nacional es si deben jugar con dos delanteros o con uno. La primera opción la defiende todo el país, empezando por Zidane; la segunda, sólo el seleccionador. Después de la mejoría ante Togo, lo lógico sería que Trezeguet fuera titular, pero ayer un audaz compañero de Cuatro espió el entrenamiento francés a puerta cerrada y descubrió que Domenech ensayaba con un único punta: Henry. Eso nos favorece táctica y espiritualmente. El ánimo de los franceses está cogido con alfileres y cualquier viento en contra amenaza con desbaratarlo. Por cierto, cuanto menos juegue Ribèry, mejor. El chico es eléctrico.

El partido para Francia también estará marcado por el posible adiós de Zidane, que disputará su último encuentro como futbolista si su equipo es eliminado. Un hecho así podría inspirar al interesado y sus compañeros, pero también podría ser una carga demasiado pesada. Si pensamos que al fútbol le gustan los finales circulares y con mensaje, debemos concluir que es mucho más hermoso que Zidane se despida en España primero y contra España después que ante un rival como Brasil, con quien nada le une, ni las risas ni la samba.

Los Rolling. No será un partido fácil porque junto a Zidane hay una generación de futbolistas, muchos campeones del mundo, que viven sus últimos momentos de gloria. No será sencillo porque esta selección francesa, que admite comparaciones con los Rolling y con el Real Madrid (deliciosos dinosaurios), guarda, probablemente, un último zarpazo de talento. Sin embargo, algo ha cambiado en España cuando lo que antes nos bloqueaba ahora nos estimula. Necesitábamos a Francia para saber cuánto valemos. De momento, y no es poco, ya sabemos quiénes somos: somos uno.