El partido es una gasolinera en un cruce de caminos, parada obligada e inflamable. El Madrid, que se dirige hacia el Arsenal, viene de perder la Copa, pero de ganar estima propia y ajena. Nunca una eliminación despertó tanto optimismo, por eso el estadio rozará el lleno. El hecho nos descubre que, más allá del fútbol resultadista, aquel que provoca adhesiones temporales (de chinos que vienen y van), hay otro fútbol sentimental que convoca, junto a Juanito, al aficionado de siempre, el que verdaderamente empuja.
Y hablando de adhesiones temporales, llegamos a Piterman (ucranio que viene y va), cuya decisión de destituir al entrenador dos días antes del encuentro pone en riesgo la remontada del Alavés y su lucha por eludir el descenso.
En el caso del Madrid, el choque tiene doble peligro de distracción porque no sólo precede a una gran cita, la Champions, sino que sucede a otra, el intento de hazaña ante el Zaragoza. Es la inmediatez de ambos partidos lo que obliga a López Caro a retocar el equipo, lo bastante para airearlo, pero no tanto como para que pierda el perfil. La Liga sigue en juego.
Así, Zidane y Woodgate, los que más sufren la acumulación de encuentros, se tomarán un respiro. También lo hará Cicinho, aunque en este caso más por precaución que por la certeza de su cansancio; es joven, pero no olvidemos que su radio de acción va de portería a portería. El puesto de Gravesen, sancionado, será otro de los que quede libre.
Si parece seguro que Salgado (cumplirá 300 partidos en Primera: 92 en el Celta y 207 en el Madrid) y Mejía cubrirán las vacantes en defensa, las pistas sugieren que Diogo podría suplir a Gravesen, una vez que Helguera sigue resintiéndose de molestias musculares en el cuello y Pablo García está lesionado.
El rendimiento de Diogo en un puesto de tanta contención como el pivote defensivo despierta dudas, tantas que extraña que en esas situaciones de emergencia el entrenador no busque el especialista correspondiente en el filial; De la Red, por ejemplo.
La ausencia de Zidane quedará subsanada con Guti, que regresa al once. En esa misma línea de cuatro se espera que esté acompañado por Beckham, Baptista y Robinho. Por delante de ellos, Ronaldo (150 choques en Liga, 37 de azulgrana y 112 de blanco). Si se cumple el plan, el sacrificado volverá a ser Cassano, que debió jugar más en el intento de remontada y que hoy tenía un encuentro a su medida, en casa y contra un rival mal clasificado. ¿Si no se foguea en ocasiones así, cuándo lo hará? Intuyo que el entrenador se resiste a cambiar a Baptista porque, a pesar de su falta de efectividad, valora mucho su trabajo físico, tanto en las fuerzas aéreas como en la infantería. Por cierto, Raúl regresa a una convocatoria 90 días después de su lesión y peleará con Cassano por tener algunos minutos en la segunda parte. Pelea desigual.
Como queda dicho, las rotaciones del Alavés empiezan
