Fue la instantánea de la jornada y el diario Málaga Hoy captó la secuencia completa. A la conclusión del partido frente al Real Madrid, a la entrada del túnel de vestuarios de La Rosaleda y bajo una lluvia de botellas, Morales se enfrascó en una pelea con Roberto Carlos. Era el culmen de una disputa que ambos habían mantenido sobre el césped. El uruguayo, furioso por algún acto-comentario del brasileño, salió corriendo en su busca, lo enganchó de la camiseta y le lanzó un puñetazo al rostro, que no impactó de lleno en su objetivo. Un operario del Málaga consiguió separarlos. 24 horas después, Morales ha pasado página: "Estaba muy caliente y uno aprende de estas cosas. Hay que asumir que todos cometemos errores, pero no lo considero un error, sino algo que uno no debe hacer".

Ímpetu. Pese a que no es un tipo violento, Morales admite que juega al fútbol con mucho ímpetu. "Yo prefiero vivir el fútbol con intensidad porque de eso se trata, nos estábamos jugando muchísimo y cada minuto y cada partido hay que vivirlo con la máxima intensidad. ¿Provocó Roberto Carlos? Hubo las cosas clásicas que hay en cada partido de fútbol pero soy un hombre y las cosas que hay dentro del terreno de juego no las hablo ni las digo, así que prefiero dejar las cosas como están", advierte el charrúa, que no se anda con chiquitas. De hecho, uno de los episodios más dramáticos de su carrera le llevó a prisión, donde estuvo ocho días tras verse envuelto en una espectacular trifulca al término del clásico que disputaron Nacional y Peñarol en 2000.

Curiosamente, el colegiado del encuentro, Daudén Ibáñez, sólo reflejó en el acta detalles mínimos de este incidente, especificando que Morales sólo había agarrado por detrás a Roberto Carlos sin detallar que hubo una agresión mayor. También hizo referencia a los lanzamientos de botellas.