Sólo uno más

Sólo uno más

Luxemburgo tan sólo ha sido uno más. Sucedió a García Remón. Pero la historia de un club sobrevive a sus nombres: Queirós, Del Bosque, Toshack, Hiddink, Heynckes, Capello, Arsenio, Valdano, Floro, Beenhakker, Antic, Di Stéfano, Molowny, Amancio, Boskov, Miljanic, Miguel Muñoz, Fleitas, Carniglia, Villalonga, Fernández, Ipiña, Scarone, Keeping, Albéniz, Quincoces, Encinas, Armet, Bru, Firsth, Hertza, Quirante, Berraondo, Llorente, Cárcel y Johnson.

Pues eso. Que Luxa sólo ha sido uno más de la lista. Y no aportó demasiado.

Flor, al principio, pero un sistema tan controvertido que pasaba del rombo en el centro del campo al 2-2-2, sin extremos, y que pocos jugadores llegaron a entender. Fue a por Figo, en labor de técnico a las órdenes de un club. No se le recuerdan muchas más acciones. El 'pinganillo' y endurecer a Ronaldo con mucho trabajo físico para sobrevivir jornada a jornada gracias a la pareja más trascedente: la que forman en la distancia el delantero brasileño y el portero Casillas.

En medio, casi nada. Victorias en el Calderón sin jugar un pimiento y un 4-2 al Barça con cuatro llegadas como cuatro soles. Humo, bastante. Su alocado discurso (casi ininteligible por la rapidez con la que habla más brasileño que castellano) lo dejan a un lado, sin apenas más mérito que aquél invento del cuadrado mágico.

El equipo ganaba por oficio y le mató lo que más duele, el desafecto de la afición, deseosa de ver fútbol del bueno por lo que paga y porque, no olviden, ha coincidido con un periodo de bonanza del Barcelona. Eso se paga caro. A la inversa también. Ya no llamará más de madrugada quejándose por el trato de alguna crónica periodística. Tampoco llorará. Es mentira que los ricos lo hagan.