El Atlético parece haber completado este verano una búsqueda que se prolongaba desde hace 35 años. En la Liga 1969-790, dos jugadores rojiblancos, dos mitos, Gárate y Luis compartieron con el madridista Amancio el título de máximos goleadores, con 16 por cabeza. Desde entonces, el Atleti no había vuelto a juntar a dos goleadores de garantías, dos hombres de más de quince tantos por temporada. Hasta ahora. Fernando Torres y Kezman se han repartido equitativamente los seis goles que lleva el equipo en lo que va de campeonato y, si mantuviesen la media actual, acabarían el curso con 19 dianas por cabeza. Todo un lujo.

Torres lleva dos años siendo pichichi nacional, pero nunca ha tenido un socio a su altura, lo que convertía el ataque atlético en tremendamente previsible. Con Kezman (y el inestimable auxilio de Petrov) todo cambia. Son una pareja complementaria. El serbio aporta la contundencia que, a veces, le falta al Niño, mucho más creativo y participativo. Ahora, la preocupación de las defensas rivales es doble.

En las últimas décadas, la soledad del goleador ha sido una constante en el Atlético. Matadores como Hasselbaink, Vieri, Manolo, Baltazar, Hugo Sánchez o Rubén Cano nunca encontraron un socio con su efectividad, un segundo espada de plenas garantías. Ahora, con Torres (21 años) y Kezman (26) los goles deben dejar de ser un problema durante mucho tiempo.