Pasaban las diez de la mañana cuando Ronaldinho apareció por la Terminal A del aeropuerto de El Prat. En la camiseta, 180 grados, tantos como vueltas al mundo debe llevar en sus piernas. "Estoy cansado, el viaje ha sido muy largo por mucho que está acostumbrado a los trayectos entre Brasil y España", dijo. Ronaldinho no escondía el cansancio ni la ojeras. El retraso del brasileño se debía al rodaje de un anuncio al que tuvo que asistir en China. El crack llegó tarde y solo. En El Prat le esperaban dos familiares.

A Ronaldinho se le llena la boca cuando habla de lo "maravillosa" que ha sido la acogida del Barça, y de su persona, por parte de los coreanos, japoneses y chinos. Sin embargo, y según ha podido saber AS, Ronaldinho está molesto por las idas y venidas, por las pocas vacaciones que ha tenido y por el perjuicio físico que le puede suponer. La obligación moral que tienen Frank Rijkaard y su Barça de poner a Ronaldinho ante los ojos del mundo han dejado a este fabuloso jugador con la forma física dañada en pleno mes de agosto. "Ya tenía ganas de volver y estar en casa", admitió ayer. No hay nadie que tuviera más ganas que él de regresar a Barcelona.

Al problema asiático que tiene Ronaldinho con el Barça se le añade una nueva convocatoria para jugar con la selección de Brasil. La cita es para un intrascendente Brasil-Haití en Santo Domingo (República Dominicana) el próximo 18 de agosto.

"Tendremos que hablar con la Confederación para estudiarlo, pero, claro, otro partido amistoso, y en Santo Domingo....", manifestó Ronaldinho. El Barcelona iniciará pronto los contactos con la CBF para evitar que su estrella tenga que volver a volar medio mundo para un bolo con la verdeamarelha.

Mucho brasileño.

En el Camp Nou temen que la temporada 2004-2005 se convierta en un reguero de problemas de este tipo. Tener tantos jugadores brasileños seleccionables puede motivar alteraciones en las convocatorias ligueras o coperas.

La directiva mantiene una excelente relación con la federación brasileña, en donde espera encontrar una mano amiga durante el curso que está a punto de empezar.