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EUROPEO SUB-21 | SERBIA 0-ESPAÑA 1

Denis guía a la Súper-21 al pleno

Un gol de Denis bastó para tumbar a Serbia, que al descanso ya estaba con un jugador menos. España conocerá este sábado su rival en semifinales.

Actualizado a
Denis guía a la Súper-21 al pleno

Fue como quien se para a coger aire. En realidad, el Serbia-España nacía con una etiqueta que no movía al optimismo: duelo entre una selección eliminada y otra ya clasificada para semifinales. Y finalmente fue eso, una ensalada sin pizca de sal en la que el remozado once que alineó Celades sólo se despeinó en el sprint final de la primera parte. Un gol (Denis), una expulsión del rival (Djurdjevic) y pleno en la primera fase. Polonia sólo nos conoce ganando.

Con Celades nos ocurre como con el truco de magia de toda la vida, ese en el que el prestidigitador va sacándose pañuelos de la boca sin parar. El barcelonés tiene tal repertorio que en el duelo con el que España cerraba la primera fase, revolucionó la alineación que había tumbado a Macedonia y Portugal. Lo hizo de principio a fin, desde quien estaba bajo palos (Pau López) a quien debía llevar la pelota a la red rival (Borja Mayoral).

Sin embargo, a España le costó arrancar. Se le indigestó Serbia, donde la manija la llevaba Maksinovic, en la 2017-18 a las órdenes de Marcelino y su Valencia. Jugador aseado, acostumbrado a mirar por el retrovisor, sin arriesgar balones. En él se sustentaba Serbia para mirar hacia arriba y lo hizo bien en esos primeros compases, con Veljkovic perdonando en el 3’ al enviar incomprensiblemente al cielo un balón llovido desde el primer palo tras un córner. Costaba crear, Mayoral tenía que bajar demasiado al centro del campo, no había otra forma de recibir, y Soler no encontraba la llave en la bien plantada defensa serbia. En muchas ocasiones debía ser Merino, mediocentro metido a central, el encargado de romper con su zurda la línea de contención rival. Tiene mano ahí.

Serbia, que nos dejó fuera de la última Eurocopa y de ese modo nos cerró el camino de los Juegos de Río, se sentía cómoda. Las diagonales de Radonjic quemaban pero sus pases los convertía en humo Djurdjevic. Denis y Soler nos garantizaban más balón que el once que jugó ante Macedonia y Portugal, pero faltaba rapidez y verticalidad. De repente, cuando el puré era espeso y se adivinaba el descanso, España se despeinó. Fue una pared entre Williams y Odriozola, puro fondo norte, con el de la Real llegando a línea de fondo y pasando atrás, rasito, para que Denis golpeara duro y fácil con la diestra. Una jugada de tiralíneas, con ADN de tiqui-taca, sea la Roja o la Rojita de la que hablemos. Y apenas tres minutos después, Djurdjevic era expulsado tras ver la segunda amarilla por un codazo a Merino. Tres minutos, sólo eso, y Serbia en la lona. Parece tan fácil...

Odriozola, Williams, Rodrigo...

La historia ya estaba contada. La victoria pintaba de rojo y amarillo, por el 1-0 y porque Serbia debía afrontar con diez los 45 minutos que significarían sí o sí su adiós al campeonato. Odriozola y Williams volvieron a asociarse, Rodrigo creció y creció mucho, Denis creó peligro y los minutos cayeron como caía la lluvia en Bydgoszcz. Un duelo con el epílogo de dos paradones de Manojlovic y Pau a disparos de Mayoral y Zivkovic. Dos acciones con las que zanjar la primera fase y poner los ojos ya en el martes. Aguarda la semifinal, suena como rival Eslovaquia, uno de esos equipos sin el neón de los grandes pero con la habilidad de hacer que el filete se te haga bola. Confiemos en España, en Celades y en su enorme arsenal. Porque sea cual sea el equipo que alinee y sea cual sea el rival, esta Rojita nunca destiñe.