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ALBANIA - ESPAÑA | DE BIASI

“El milagro de Albania comenzó en Internet buscando jugadores”

De Biasi es el seleccionador de Albania, el técnico que ha obrado el milagro de clasificar a los albaneses para el primer gran torneo de su historia.

Actualizado a
“El milagro de Albania comenzó en Internet buscando jugadores”
A. Gabilondo

—¿El partido ante España debe ser una prolongación de su buena Eurocopa?

—Esperamos tener el mismo buen rendimiento, aunque también creemos que la Euro ya es pasado. Debemos ser humildes y estar centrados. Y aún así, la diferencia entre nosotros y España es como ir de la Tierra a la Luna, como una lucha de piedras y Kalashnikov.

—¿Puede sorprender Albania en este duro grupo?

—Para nosotros es más difícil hacer historia ahora que ya la hemos hecho. El grupo es durísimo. Lo más importante es jugar contra Macedonia, Israel y Liechtenstein. En los partidos ante España e Italia no tenemos nada que perder. Diría que el 40% de acabar primero es para España, el otro 40 para Italia y el 10 restante nos lo repartimos entre los otros cuatro.

—¿Le gusta el estilo de La Roja?

—Me gusta, pero prefiero ser más concreto que poético. Si uno tiene calidad, puede hacer ese juego. Lo importante es sacar el máximo de la plantilla que uno tiene. Todos los jugadores de España militan en grandes equipos. ¡Mire usted dónde juegan los míos!

—¿Diego Costa o Morata?

—Si no juega ninguno de los dos, mejor (risas).

—Usted es amigo de Del Bosque, ¿qué opina de él?

—Hizo una labor extraordinaria. Todos dicen que es fácil ganar con los jugadores que tuvo, pero él lo hizo con una gran humildad. En la reunión de seleccionadores de París nos dijo: “He ganado porque he tenido buenos jugadores”. Y yo digo: eso ayuda, pero se necesita darles la motivación para hacerles ganar y ganar.

—¿Es más fácil ganar títulos con España o clasificar a Albania para una Euro?

—Son dos éxitos diferentes. España después de 2008 supo ganar en 2010 y 2012. Nosotros llegamos a la Luna clasificándonos para la Euro, pero ahora la perspectiva es más difícil en los próximos años. El otro día les dije a mis jugadores: “Habéis ascendido de Segunda a Primera. Ahora tenéis que demostrar que sois jugadores de Segunda peleando en Primera. Como pensemos que somos de Primera, estamos muertos”.

—Usted llegó a Albania tras etapas duras en la Serie A.

—Exacto. Había sido despedido de Udinese después de sólo tres meses. Aún hoy no lo entiendo. Me quedé frustrado por aquello. No se puede decidir la vida y la muerte de un entrenador en sólo tres meses. Estaba muy bajo moralmente, no quería entrenar más en Italia.

—¿Dio un paso atrás para coger impulso en su carrera?

—Sí. Y nadie lo hubiera pensado. En mi trayectoria como entrenador siempre he conseguido el objetivo que los clubes me han pedido. Subí de Tercera a Primera con el Módena; me echaron tres veces del Torino y siempre conseguí los resultados que me pedían, incluido subir a Serie A. El último golpe, el definitivo, fue Udinese.

—¿Pensó que haría historia con Albania como ha hecho?

—Necesitaba un reto difícil, quería hacer ver a la gente que era un entrenador válido. Albania me dio la oportunidad. Nadie pensaba que llegaríamos a la Euro, pero trabajando duro, haciendo las cosas con cabeza y eligiendo jugadores comprometidos, logramos el objetivo.

—¿Qué pensó la primera vez que pisó Albania?

—Llegué una noche de diciembre. Lo recuerdo bien. Nunca había estado allí. Al principio fue difícil, porque me había costado decidirme. Había hablado con el presidente y me había convencido. Fue muy duro, pero pasado el tiempo puedo decir que decidí bien.

—¿Qué le llevó a dar el sí?

—Me dieron un papel en blanco sin restricciones. Y que conste que no fue por dinero, porque ganaba un cuarto de lo que ganaba antes. Pero tener un pueblo detrás que te motiva y espera cambiar su mentalidad contigo me dio motivos. La federación era pequeña, el país también, arrastraban muchos problemas. El primer partido que jugamos fue en un estadio viejo que habían hecho los italianos en 1935. ¡Estaba casi igual que entonces!

—Y tuvo que construir una selección casi desde cero.

—No tenía un archivo de jugadores del que tirar. Hicimos el trabajo desde la base y viajamos muchísimo en busca de jugadores. Desde Suecia hasta Azerbaiyán. Necesitábamos cambiar algo. Con los mismos jugadores que antes de mi llegada hubiéramos tenido los mismos resultados negativos. La primera vez que jugamos contra Georgia les escribí una carta a los futbolistas: “Si vosotros me seguís, llegaremos a donde no pensáis”. Al final lo conseguimos, pero el viaje ha sido largo.

—¿Cómo encontraron jugadores seleccionables?

—Por internet. Empezábamos en la página web Soccerassociation mirando en cada liga y en cada jugador si tenían la banderita de Albania de nacionalidad o si su apellido era albanés. Una vez que lo encontrábamos, analizábamos en Youtube vídeos suyos para ver si era interesante. Después, en la última fase, íbamos a hablar con ellos y les preguntábamos si querían jugar con nosotros.

—Y funcionó.

—Sí. Al portero Berisha fuimos a buscarle a un pueblo de pescadores de Suecia. Jugaba en la primera división sueca, en el Kalmar. Le convencimos y le hicimos debutar en un partido ante Georgia en Turquía. Paró todo lo que le tiraron e hizo un partidazo.

—Más que seleccionar, entonces usted evangelizó.

—Tuve que ser psicólogo, más que entrenador. Intenté explicar al jugador lo que yo quería mirándole a los ojos y haciéndole entender lo que yo quería. Apelé a la emoción. Muchos querían jugar con Albania porque su familia es de allí o porque sus abuelos tuvieron que emigrar durante la guerra. Al final juntamos un grupo de chicos que están involucrados por la bandera y que siempre dan el cien por cien por su país.

—Ha tenido tal éxito que hasta le concedieron la nacionalidad albanesa…

—El primer ministro, Edi Rama, es una persona de gran valor. Ha vivido en Alemania y en Francia y habla varios idiomas. Por nuestros buenos resultados, logré una relación directa con él. Me concedió el pasaporte diplomático, también un laureo honoris causa, y sobre todo me inculcó la ilusión por ser seleccionador albanés.

—¿Cómo se vivió la participación histórica de Albania para la Eurocopa?

—Lo más importante fue cuando nos clasificamos para la Euro, volviendo de Armenia. Había gente en el aeropuerto, en la plaza Madre Teresa de Tirana, en las calles de toda Albania. Los jugadores no podían creer lo que habíamos conseguido. Se demostró que estábamos todos juntos, que había una gran solidaridad.

—¿Puede servir el fútbol para levantar un país con problemas como Albania?

—Claro. Lo más importante para mí fue que a los niños pequeños les dimos una oportunidad y les demostramos que, si hacen las cosas bien, entonces pueden salir bien. Ahora somos ídolos para ellos, como lo son Cristiano o Messi. Hoy los chavales, además de ellos, hablan de Xhaka, de Sadiku… Jugar la Euro ha permitido renovar dos estadios y hacerlos nuevos. Son estadios modernos, como los de Francia o España. Los de antes eran catastróficos.

—Albania vivió una dictadura de 36 años con Enver Hoxha, ¿se nota en la mentalidad del jugador?

—Sí, como en la de la mayoría de la gente del país. Cuando me ven por la carretera o en la calle, se ponen la mano en el corazón y me dan las gracias. En realidad sufren la autoridad de gente con más poder, aunque sea económico. Son obedientes y disciplinados. A mí la gente me ofrece de todo. No tengo posibilidad de pagar si salgo a un restaurante. El otro día estábamos en uno y desde una mesa nos regalaron una botella de 120 euros. ¡Con lo que allí son 120 euros! Y no es por nuestro éxito, sino porque entienden que estamos haciendo las cosas con seriedad e involucrados con el país. No trabajamos en Albania para llegar a final de mes y cobrar. Si fuera por eso me hubiera ido a China, que tuve la oportunidad.

—¿Se siente albanés, pese a ser italiano?

—De alguna manera sí. Para mí es muy importante la lealtad. Me pasa cuando estoy en un club y ahora también con la selección de Albania. Soy albanés porque vivo esa realidad, aunque en cierta parte de Italia no quede bien decir eso. Hay un partido en concreto que hace de la diferencia su forma de política. Pero Italia una vez fue mafia, además de pizza y spaghetti. De hecho, en América el máximo reflejo del gangster es un italiano. Pienso que todo el mundo es de un mismo país y que en todos lados hay buenos o malos. En Albania la mayoría es gente que trabaja y vive por poco. Es un pueblo con orgullo. Allí siempre me dicen que soy el embajador albanés en Italia.

—Su mejor jugador, el lateral derecho Elseid Hysaj, del Nápoles, llegó en patera a Italia junto a sus padres…

—Y eso le ha hecho ser muy competitivo. Su padre intentó alcanzar Italia en tres ocasiones hasta que lo logró. Brindó a su familia la posibilidad de tener una vida con más recursos, como ocurrió con su hijo formándose en las categorías inferiores del Empoli.

—¿Cómo recuerda el episodio del dron en aquel partido ante Serbia?

—Cuando llegamos a Belgrado había las mismas medidas de seguridad que cuando viajó el vicepresidente de EE UU pocos días atrás. El tráfico estaba parado y cada 150 metros había policía. Jugamos en un estadio que no estaban preparado, viejo, en el que se coló gente sin problema. Al final fue bien porque salimos ilesos, pero pudo ser peor.

—Ahora también compite Kosovo, ¿cómo les afecta eso?

—Es raro. La mayoría de nuestros aficionados no quieren que Kosovo y Albania jueguen por separado. Para muchos de nuestros aficionados Kosovo es Albania. Así que ahora mismo tienen dos selecciones, pese a que su lema sea “una nación, una selección”. Los jugadores kosovares que están con nosotros no quieren cambiar. Ya veremos de aquí en adelante.