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CAFÉ, COPA Y FÚTBOL | SANTIAGO URRIALDE

“Con el Cholo el Atleti será varias veces campeón de Europa”

Pasó a la historia de la televisión vestido de Rambo gracias a la frase : ¡No siento las piernas! en un inolvidable duelo con su alter ego Silvester Stallone. Santiago Urrialde derrama humor y pasión atlética.

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“Con el Cholo el Atleti será varias veces campeón de Europa”

Su querido Atlético de Madrid ha empezado la Liga pinchando, ¿le preocupa este arranque?

—Pues no, porque hay que ir puntito a puntito. Y no olvides que lo importante es puntuar en casa, eso es fundamental.

—Usted alcanzó la gloria parodiando a Rambo, que decía: “viviré día a día”, lo que enlaza con la filosofía del “partido a partido” del Cholo.

—Exactamente, en el Cholo late con pasión el espíritu de Rambo. No conviene mirar mucho más allá.

—Aquella escena junto a Silvester Stallone es historia de la televisión. Usted vestido de Rambo y diciéndole a Stallone: “no siento las piernas, no siento las piernas”. Una frase que, por cierto, nunca se dijo en esa película.

—Sí, eso fue tremendo, Stallone promocionaba un restaurante en Barcelona junto a Antonio Banderas y allí me planté yo vestido de Rambo. Cuando apareció en la sala me acerqué a él e intenté cogerle la mano y me la quitó de un tirón. Luego empecé a hacerle preguntas y a él no le hacían nada de gracia y con una mirada pidió que me echaran del lugar. Me echaron y me colé por otro sitio. Fue Antonio Banderas quién le explicó a Stallone de qué iba el asunto y ya se relajó un poco el hombre y se acercó a mí y me abrazó y todo eso. Y yo: “hermano, no siento las piernas, no siento las piernas”, y es verdad que nunca se dice eso en la película.

—¿De dónde sacó el chiste?

—Eso fue un sketch que escribimos Javier Bardem y yo hacía algunos años cuando colaborábamos en otro programa de Pepe, en “El día por delante”. Era la hostia, Bardem hacía el personaje de Superman cobarde, un superhombre que se asustaba por todo. Se trataba de dar paso a una serie y montamos un buen lío.

—¿Cómo llevó aquella época de fama junto a su padre artístico Pepe Navarro?

—Estuvo muy bien pero tenía sus gilipolleces. Tuvieron mucho éxito mis entrevistas callejeras cuando golpeaba con el micro la barbilla de los entrevistados, pues bien, cuando salía por la noche la gente hacía lo mismo conmigo pero con un vaso, por ejemplo. Ibas a un bar, pedías una cerveza y ¡plassss!, el gilipollas de turno te daba con un vaso o un botellín en la boca.

—Fueron unos años de buena televisión con la llegada del ‘late night’, ¿qué le pedía Pepe Navarro?

—Pepe me decía, sal a la calle y tráeme cosas, crúzate con la gente y a ver qué cuenta. Y eso hacía, montábamos unos buenos follones en plena calle.

—¿Llegó a ponerle el micro a algún futbolista?

—Si, a Nadal, el antiguo jugador del Barça, en el ascensor de un hotel de Sevilla. El tío se lo estaba pasando bien y entraba al trapo, pero apareció por allí Goicoetxea y me sacó del sitio a empujones.

—Se suele decir que los futbolistas no tienen mucho sentido del humor.

—No es cierto, sí lo tienen, y algunos presidentes de clubes, también. Ramón Mendoza daba mucho juego, siempre alucinaba conmigo. He viajado más de una vez en el avión con el Atlético de Madrid, mientras estábamos volando yo no les molestaba, hablábamos y nos reíamos, pero nada más. Luego hacía mi trabajo y todos entraban al trapo. Una vez, al volver de Barcelona después de aquel histórico partido que perdió el Atleti con el Barça 5-4, Caminero, en el autobús que nos llevaba al avión de regreso, me dijo con cara de pocos amigos: ¡pregúntame ahora, pregúntame ahora Santi! Yo creo que estaba muy cabreado aunque no sé en qué sentido se dirigía de esa forma a mí. Y yo, callado, claro.

—¿Es verdad que llegó a batir récord de audiencia en la televisión haciendo publicidad?

—Totalmente cierto. Había un momento en que yo tenía que anunciar una marca de café que se calentaba solo o yo qué sé y me enrrollaba un rato con el asunto explicando las excelencias del producto ese y se batieron todos los récords, hubo un 65 por ciento de la audiencia conectados en ese momento.

—Momentos inolvidables teniendo en cuenta que su colaboración en el programa fue muy breve.

—Con toda la trascendencia que tuvo mi personaje parece que hubiera estado allí varios años, pues no, ¡sólo estuve mes y medio en el Mississippi!, aquel pedazo de programa nocturno del Navarro. El mes de noviembre y hasta el 15 de diciembre, así son las cosas. Pero ese mes y medio marcó toda mi vida posterior.

—Teniendo en cuenta el nivel de programas de televisión que tenemos ¿cree que ahora volverá aquella época?

—No lo sé, ¡ojalá! Pepe Navarro era un genio haciendo televisión y supongo que lo sigue siendo, y tendría que volver lo que pasa es que, joder, está peleado con casi todos los directores de las cadenas, pero no ha habido nadie como él. Pepe hace ahora un programa, lo que sea, y sería líder de audiencia inmediatamente.

—Incluso usted y él terminaron regular.

—Bueno, yo creo que hubo poca comunicación en aquel momento entre nosotros. Deberíamos haber hablado mucho más él y yo personalmente, pero bueno, somos muy amigos, eso que quede claro.

—¿Cómo ha visto los programas de noche que sucedieron al Mississipi y a La sonrisa del pelícano?

—No han estado a la altura, se aprovecharon del formato de Pepe Navarro. Una copia fallida.

—¿Le llegó a llamar Xavier Sardá?

—No, Sardá dijo: ese no tiene cabida en mi programa. Hombre, supongo que era normal teniendo en cuenta que yo era todo un producto de su gran competidor. Pero a su colaborador Xavier Deltelle le dijo que hiciera todo lo que hacía yo con Pepe en el Mississipi, y bastante hizo el chaval. En casi todos los programas se instauró después la figura del reportero gracioso, algunos con mayor fortuna que otros.

—Se ha manejado siempre bien en el terreno del humor pero no ha participado mucho del boom de los monólogos, ¿qué le parece el género?

—No me va, me parece muy sencillo, hay mucha gente que se sube a un escenario, sueltan de memoria una cosa que les han escrito pero no aportan nada. A mí no me gusta. Lo he hecho alguna vez pero es muy artificial, muchas veces me daban ganas de pararme en mitad de un monólogo y decirle a una señora del público, por ejemplo, pero vamos a ver, ¿usted de qué se ríe si lo que acabo de decir no tiene nada de gracia?

—Ahora está rizando el rizo representando cada día dos obras de teatro seguidas, ¿cómo se hace eso?

—Sí, estoy haciendo en el teatro Rialto de Madrid ‘La cena de los idiotas’ y, una hora después, ‘Una boda feliz’. No pasa nada, me gusta mucho y lo hacemos muy bien, también hacíamos cuatro horas de programa seguidas en televisión, me tiraba desde las diez de la mañana hasta la noche preparando lo mío.

—¿Es verdad que es del Atlético de Madrid porque se lo recomendó el médico?

—No, mi padre me hizo del Atleti y me convirtió en un desgraciado para toda la vida. Es muy difícil seguir vivo después de haber palmado dos finales de Champions casi seguidas contra el Real Madrid.

—¿Cree usted que el escudo del Real Madrid sigue impresionando?

—Si, acojona un poco.

—¿Le vendría bien al Atleti un cambio de entrenador?

—No, para nada, si se fuera el Cholo volveríamos al desastre. Simeone lo está haciendo muy bien. Este equipo necesita trabajar mucho para conseguir cualquier cosa y el Cholo consigue que la gente se entregue.

—¿El Atleti necesita a Diego Costa?

—Yo creo que no, se fue y ya está. Sin él el Atleti volvió a jugar una final de Champions. Es como Cristiano en el Real Madrid, cuando no está Cristiano el Madrid juega mejor. No me gusta, además, se queja demasiado. Es más decisivo Sergio Ramos.

—¿No cree que después de ganar la Champions y la Eurocopa con Portugal se merece el Balón de Oro?

—Pues no, no se merecía ni el anterior. Butragueño sí se lo mereció y no se lo dieron. Jo, con ese sí que disfrutaba yo, que fino era el tío.

—¿Y quién se lo merece este año?

—Messi, como siempre, para mí es el mejor jugador del mundo.

—¿Quién es el mejor del Atleti para usted?

—Griezmann y el Cholo. El francés es lo mejor que tiene el Atleti y es el mejor futbolista de la pasada temporada en toda Europa, que quede claro.

—¿Cree que llegará a ver al Atlético ser campeón de Europa?

—Ufff, yo creo que sí, ¿no? ¡Y varias veces! Si no se va el Cholo reinaremos en Europa por fin. Eso lo tengo muy claro, ya está bien de tanta desazón. El Atleti merece disfrutar de la gloria de la Champions, con permiso de Sergio Ramos, claro.

—¿Si hubiera sido futbolista en qué posición habría jugado?

—De defensa, a dar patadas. De defensa lateral porque yo corría un huevo. En otros tiempos, claro, porque ahora me muevo lo justo.

—¿Qué deporte practicaba?

—El ciclismo, era un fenómeno, una de esas joyas que luego se pierden por el camino.

—¿En bicicleta estática?

—¡Nooo!, en carretera. Me costaba mucho subir las cuestas, pero era muy bueno rodando. El ciclismo es uno de los deportes más duros que existen junto a la natación. Me parece majestuoso lo que hizo Mireia Belmonte al ganar el oro en los 200 metros mariposa, ¡madre mía, lo que debe costar eso!

—¿Ha seguido con interés los Juegos de Río?

—No, porque me quedé sin antena en casa, sin conexión de fibra o como le llamen a eso. Y por internet no sigo nada porque no lo utilizo, soy un tío libre.

—Ya que estamos en el AS, ¿en qué es usted un as?

—Tengo la facilidad de que me digan las mujeres no a todo.

—¿Cuándo fue la última vez que no sintió las piernas?

—Prefiero no contestar a eso.

—¿Cuál es su pierna buena?

—La tercera.