Xhaka contra Xhaka
Albania y Suiza se miden esta tarde (15:00) entre un duelo fraterno. Hasta 14 jugadores de los 46 son ‘hijos’ del conflicto de Kosovo.



De los 46 futbolistas que conforman las plantillas de Suiza y Albania, 14 son ‘hijos’ del larguísimo conflicto de Kosovo, periodo de tensión sin el que no podría entenderse este segundo partido de la Eurocopa. La diáspora que provocó tamaña escalada bélica convirtió el país helvético en el principal lugar de acogida para decenas de miles de albano-kosovares, algunos de cuyos descendientes protagonizan esta tarde en Lens a las 15:00 horas (sigue el partido en directo con AS.com) un duelo extremadamente fraternal que encarnan dos hermanos literales, de los que comparten sangre: Granit y Taulant Xhaka. El primero, más joven y tan talentoso, eligió o fue elegido por Suiza. El segundo pegó la espantada y se alistó en las filas dirigidas por el italiano que obró el milagro de clasificar a Albania para la primera Eurocopa de su historia: Gianni de Biasi.
De Biasi, que dejó huella en el Levante, recorrió el continente a la caza de albanos de huella, fe o convicción. Y no tuvo que dar muchas vueltas. La mayoría de esos ‘adoptados’ se encontraban en Suiza. Seis de los 23 que se ha llevado a Francia (Ajeti, Veseli, Gashi, Abrashi, Basha y Taulant Xhaka) nacieron en el país centroeuropeo; otros cuatro (Aliji, Cana, Kukeli y Lenjani) crecieron como ciudadanos suizos tras huir junto a sus padres de las balas en los Balcanes.
Potencial. Pero de qué podría quejarse la neutral Suiza, en cuya selección juegan también hasta nueve futbolistas que no nacieron a la sombra de Los Alpes, incluidos tres albano-kosovares (Behrami, Shaqiri y Mehmedi). El delantero Derdiyok es suizo-kurdo; el exrealista Seferovic, suizo-bosnio; Dzemaili, suizo-macedonio; Moubandje, Djourou, Zakaria, Gelson y el joven delantero Embolo nacieron en África; y Ricardo Rodríguez, de padre español y madre chilena, viaja con tres pasaportes en la maleta. Fútbol en la centrifugadora, potaje de nacionalidades que divide el balón mientras la patria reside en las botas de tacos.