Fue increíble. El estadio a reventar, había 45.000 personas. La afición botaba y todos sentimos la sensación de que La Rosaleda temblaba y se movía". Antonio Benítez planteó aquella tarde del 11 de septiembre de 1983 el partido perfecto. Por repercusión, trascendencia y resultado, quizás fue el planteamiento de su vida. Su Málaga recibía en la segunda jornada de Liga al Madrid que dirigía Di Stéfano y que tenía en nómina a Juanito, Camacho, Santillana, Del Bosque, Salguero, Juan José... En el Málaga jugaba Martín, que firmó el único hat-trick que un malaguista ha hecho al Madrid en toda la historia. También Recio, pura elegancia. Y Canillas, el León de la Palmilla. Y Brescia, central solvente y de poderoso salto... En total, incluyendo al técnico, nueve malagueños golearon con la camiseta del equipo de sus vidas al Real Madrid de los cinco subcampeonatos. Los de Di Stéfano acabaron segundos en la Liga y perdieron las finales de Copa, Recopa, Supercopa y Copa de la Liga. "Estuvimos 15 días concentrados en Bélgica durante la pretemporada. Fue un verano durísimo y empezamos la Liga como motos. Y jugábamos bien al fútbol. Pocos equipos han jugado a la contra con la verticalidad y la rapidez con que lo hacíamos nosotros", recuerda con emoción Popo.
El Málaga-Madrid de la 83-84 es el partido de los partidos en Málaga. "Se dice que la afición no juega, pero puedo asegurar que la grada también mete goles, y en aquel partido marcó alguno", explica Martín, el héroe de la tarde: "Hacerle un hat-trick al Madrid marcó mi carrera. Lo he visto muchas veces, la última hace dos meses. Con el tiempo vamos saboreando más aquella victoria. Como el vino añejo, cuanto más tiempo pasa, más bueno está. ¿Se puede repetir? Claro. Pero hoy me conformo con ganar 1-0". Canillas agradece todo el universo que el fútbol ha generado a su alrededor. Pero defiende aquel fútbol y, por encima de todo, aquel Málaga: "¿El actual? El nuestro era mejor. Antes había menos cámaras y el fútbol era más de contacto, más puro".
Repetir la gesta.
Totó abrió el marcador en un córner. Benítez mandó juntar filas, presionar muy fuerte y dar toque de queda cada vez que recuperaban el balón. Y así fue. Juan Carlos por la derecha y José por la izquierda fueron dos puñales. Y el Madrid, pura mantequilla, se derritió. Málaga espera otra gran gesta y acabar con un maleficio que dura muchos años. Un 6-2 pondría boca abajo a la ciudad. Pero, como dice Martín, el 1-0 también les vale.
