El miércoles tuve el placer de asistir en directo al primer acto de esta ronda previa de Champions y contemplé el valor de una afición volcada con los suyos. El Veltins Arena se presta a ello. Me anunciaron minutos antes del partido que es el estadio de mayor índice de decibelios y doy fe de ello. Pero además, la afición tuvo mucho que ver en el arbitraje del sueco Peter Frojdfeldt. El Veltins expulsó a Antonio López. El colegiado tenía dudas, pero en cuanto cayó al suelo Jones el rugido del estadio casi levanta el techo. Y así con alguna más de las otras seis tarjetas que vio el Atlético. Está bien que el Calderón se llene, pero la gente debe ir con el afán de ser protagonista. Eso sí, dentro de los cauces del juego limpio. En Europa, más que nunca, el Atlético depende de su mejor patrimonio: la afición.