Casi dos semanas de trabajo dan para descubrir muchas pistas sobre lo que será el nuevo Sevilla. Jiménez, tras el experimento de la temporada pasada, se la jugará a una carta. Para ello, se ha blindado con sus colaboradores más directos. La gente que le acompañó en el filial estuvo en Costa Ballena. Quiere hacer un fortín infranqueable, por lo que ha tirado de los suyos: físicos, segundos entrenadores, masajistas y utilleros. La competición será la que sentencie, pero Jiménez ya ha sembrado sus ideas. Desea convertir la posesión de balón en su gran arma, que el equipo haga daño jugando al fútbol. En cada sesión de entrenamiento se lo remarcaba a sus jugadores. "¡Ole, ole, ole, estos son los ronditos sevillanos!", les gritaba cuando conseguían dar muchos toques. Y cada vez que se acercaba a un grupo, exclamaba: "¡Música para el balón!". El grupo derrocha calidad y Jiménez pretende llegar a la victoria a través del buen juego.

La marcha de Alves obligará a buscar otras vías ofensivas. Y ahí aparece el nombre estrella de la pretemporada: Romaric. El proyecto gira entorno a él. En la pierna izquierda está su poder y será la encargada de lanzar a las balas (Adriano, Capel y Navas) y a las bestias ofensivas: Luis Fabiano y Kanouté. Deberá recuperar la forma para convertir su calidad en un arma letal.

La pretemporada ha dejado más detalles: la ilusión por reivindicarse de Chevantón, la ubicación de Mosquera en el lateral derecho, la importancia que Fazio asumirá, la experiencia de Squillaci, el potencial de Navas, el peso en el vestuario de Drago y Maresca, el intenso trabajo defensivo para arreglar la sangría del año pasado. Javi Navarro, cuya reaparición aún no tiene fecha, y la lesión de Konko quizás hayan sido las notas negativas en los primeros planes.