Desde Nueva York, donde reside gran parte del año, Xavier Sala asiste tranquilo a la volatilización del escandalete que él mismo generó el pasado miércoles. El presidente de la Comisión Económica-Estatutaria del Barcelona había dicho, durante una tertulia radiofónica, que dos o tres jugadores de la primera plantilla acostumbran a ir "de farra" y que están "apartados" en un intento de "aislarlos" del resto, bajo la apariencia de encontrarse lesionados.

Pese a que Sala fue desmentido por el secretario técnico, Txiki Begiristain, pocas horas más tarde ("está equivocado, no hay jugadores apartados"), el capitán Carles Puyol calificó sus palabras de "falsas" y algún miembro de la junta directiva le recriminó su intervención radiofónica, no será destituido. Tampoco se le presionará para que abandone su cargo, bajo la excusa de que "no es un directivo, sino el presidente de una comisión externa", según fuentes del club.

Mientras tanto, uno de los posibles afectados por las palabras de Sala, el portugués Deco, dijo a Mundo Deportivo que "ha puesto mi honorabilidad en duda" y "le pondré una querella".