¿Jugar y vencer en el fútbol italiano sería una respuesta para quienes dicen que usted sólo hace lo que hace porque juega en España, donde los marcajes son más flojos?
No creo que tuviese problemas. Siempre necesitaría un periodo de adaptación, como todo el mundo, pero no veo un fútbol más difícil.
Silvio Berlusconi, dueño del Milán, dice que le encantaría contratarle. ¿Tiene posibilidades de éxito?
Hoy estoy bien aquí, pero en el futuro puede pasar de todo. Tengo contrato hasta 2010 y quiero cumplirlo. Mi negocio es jugar a la pelota. Mientras sea feliz aquí, yo sigo, pero del futuro aún no puedo decir nada.
En el Barça está considerado el jugador que cambió la historia del club. Aun así, cuando los resultados no son buenos recibe muchas críticas. ¿Cómo encaja eso?
Sólo me preocupa jugar. Las críticas llegan siempre cuando el equipo no está bien. Por un lado es bueno: si me critican es porque saben que puedo rendir más. Eso me sirve de motivación para entrenarme cada día más. Estoy acostumbrado, tenemos que demostrar en cada partido y en cada entrenamiento que estamos en buenas condiciones.
¿Usted lee las críticas?
Sí, dentro de lo normal. Leo los diarios y navego en internet, pero para estar informado del fútbol, campeonatos de otros países y tal. No entro para ver qué dicen de mí.
Felipao (Scolari) cree que la relación entre una plantilla y su entrenador tiene fecha de caducidad, luego es preciso cambiar. ¿El Barça está llegando a ese límite?
No creo. Este año podemos ganar la Liga, lo que demuestra que aún tenemos voluntad de vencer. Creo que da para romper esa idea, pero existen casos y casos. Felipao sabe mucho, y si dijo eso es porque él pasó por algo así.
¿Por qué se adaptó tan bien a Barcelona?
Todo se dio bien. Fue un momento de cambio en el club: de directiva, de entrenador y de plantilla. En ese proceso había mucho espacio para nuevos ídolos. Este campeonato es más parecido al brasileño, más técnico, y eso ayudó. El clima de la ciudad ayuda bastante también. Además, mi paso por París fue importante para mi adaptación a Europa. Llegué aquí más maduro.
¿Usted sabe cuántos anuncios hace?
Depende mucho del año y de la época. Antes del Mundial hice muchos. Luego vino cierta tranquilidad, pero sigo haciendo bastantes.
¿Sabe cuánto gana?
No me preocupa. No sé cuánto entra por mes ni me ocupo de ello.
¿Qué hace, le pide dinero a su madre?
No, ahora ya no (risas). Aquí me es más fácil: a todas partes donde voy me acaban invitando. Llego a un restaurante y a la hora de pagar me dicen: 'Nada, paga la casa'. Entonces me quedo triste por no haber comido más, ya que era gratis (risas). Normalmente no ando con dinero en el bolsillo, y uso la tarjeta para poner gasolina.
