NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA
Atlético ATM
2
Godín 75',Griezmann 93'
Finalizado

ATLÉTICO 2 - 0 GIRONA

Godín y el VAR avivan LaLiga

Concedió un gol al Faraón que había anulado el colegiado. El equipo de Simeone sufrió ante el Girona hasta la sentencia de Griezmann, pero coge fuerza antes del Camp Nou.

MadridActualizado a
Godín y el VAR avivan LaLiga

La venganza se sirve en frío y quizá por eso el gol del Atleti llegó así: con suspense de VAR. Porque Vitolo hizo salir de la cueva a Iraizoz con un remate mordido. Saltó el portero con Griezmann para que el rechace lo cabeceara Godín a portería vacía. Ni tiempo le dio a celebrar. Enseguida se escuchó el silbato del árbitro: anulado por fuera de juego de Griezmann... Hasta que algo avisó en su oído. Chequeo de VAR. Un minuto, tres más tarde, ya sí, Godín alzaba el brazo. La bota de Pons habilitaba a Grizi. Podían celebrar. Gol. El Faraón terminaba con lo que, hasta ese momento, estaba siendo una tortura. Este partido ante el Girona.

Salió el equipo de Eusebio, bestia negra, eterno empate, como si el de Copa de enero no hubiera terminado. Doumbia lo cogió donde lo había dejado. Si entonces hacía el gol que eliminó al Atleti en el 88’, ayer, en el 2’, obligaba a Oblak al paradón. Solo, solísimo, cabeceaba un centro desde el corazón del área. El Atleti había salido frío pero en rombo. Para tratar de agarrarse al hilo que le queda a esta temporada. El Camp Nou el sábado. Ir lo más cerca posible del Barça es la única carta. Ayer acarició ir a siete: lo hará a ocho.

Según fueron pasando los minutos, el equipo del Cholo se fue asentado en el partido y la hierba. Cómodo, le puso ritmo trotón, de amistoso en abril, con Koke y Arias llevando el balón al área de Eusebio. El primero dando ese paso hacia dentro, el segundo haciendo suya la banda derecha. Tenía profundidad el Atleti, tanta como pólvora mojada. El Thomashawk esta vez se iba al cielo, el trallazo de Koke astillaba el travesaño y Morata, que lo intentaba todo, se quedaba siempre en ‘casi’.

Casi rebañar un balón a Iraizoz en un saque de puerta. Casi controlar ese pase de Grizi por dentro, a la espalda del defensa, que le dejaba solo ante el portero. Casi convertir en gol ese otro gran pase, ahora de Giménez, en largo, para su desmarque. Se despidió de la primera parte con otro penalti no pitado en su particular cuenta: un centro lateral en el que Iraizoz en vez de despejar el balón golpeó su cabeza. Cayó en el área, rotundo, sin casis y sin escuchar al silbato pitar penalti. Debe estar empezando a acostumbrarse.

Terminó la primera parte con el portero del Girona con los guantes intactos mientras Oblak se iba con dos paradas en los suyos y un golpazo. Todo de Doumbia. Agazapado había seguido el Girona, esperando. Con mejor juego y posesión. Que se sabía el final de este cuento. Que otras veces ya lo había vivido.

El penúltimo gol del 'Faraón'

Tardó un rato el Atleti en quitarse de encima el dominio con el que los de Eusebio regresaron tras el reposo. Porque unos jugadores, Thomas, Giménez, Grizi, apercibidos, parecían jugar con freno. Porque otros, Filipe, parece que hace meses que no están. Porque cuando el Girona tenía la pelota la jugaba entre bien y muy bien. Mientras, el Atleti seguía estrellándose ante Iraizoz.

Parecía haber frotado el portero cada brizna de hierba de su área con ajo. Cada vez que el Atleti la pisaba, se cegaba. Ya Morata (que se fue tocado), ya Saúl, ya un Grizi que seguía negado. Pero Vitolo encontró el antídoto: entró por Filipe, justo después de ese trallazo de Aleix García que fue la única muesca que en los guantes de Oblak dejó la segunda parte, para iniciar la jugada del gol de Godín. No logró empatar esta vez el Girona. Por primera vez. Aunque asistió al final del partido el Wanda Metropolitano con los ojos empañados.

Y eso que éste rompía dos maldiciones. El nunca ganarle al Girona y la sequía de Grizi, que marcaba al fin, en la última contra. Pero no podía evitarlo el estadio, los ojos empañados. Por eso que había visto y que podía ser la última vez. El último gol de Godín ante sus ojos. O penúltimo, mejor siempre penúltimo, como ocurre con las copas en las noches que no quieres que se terminen nunca.