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GRUPO B | ESPAÑA - MARRUECOS

Marruecos tiene trampa

Los de Renard ofrecen datos ofensivos similares a los de España. La Selección necesita un punto para pasar y busca el primer puesto para evitar la ruta de la muerte.

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Marruecos tiene trampa
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Marruecos tiene trampa y el camino de octavos en adelante, también. Convendría no olvidarlo. Un empate clasifica a España para octavos y una victoria igual (dependiendo de las tarjetas) o superior a una hipotética de Portugal ante Irán puede significar la primera plaza, privilegio no tanto para el cruce de octavos (Uruguay o Rusia) como para lo que pueda llegar después (a la ruta del segundo apuntan Francia, Brasil, Argentina, Alemania y Bélgica o Inglaterra). Pero La Roja se enfrenta a un adversario radicalmente diferente a lo que ha tenido enfrente hasta ahora y que promete no verse afectado por la desmoralización del eliminado. Para Marruecos estar aquí ya es podio. Y ganar un partido, colgarse al menos la plata. Así lo sienten los jugadores, así lo siente su seleccionador, Hervé Renard, y así lo siente el país, que está más por el agradecimiento que por el reproche.

Y se entiende. Marruecos sólo ha estado cinco veces en un Mundial y, sin embargo, en Rusia, ha tenido un comportamiento valiente, intachable, al menos hasta pisar el área. Ha disparado en dos partidos tantas veces como España (27) frente a los mismos rivales (Irán y Portugal), a los que ha superado en posesión (65% ante Irán, 51% frente a Portugal). Contra la Selección de Fernando Santos sumó 515 pases y frente a la de Queiroz, sus laterales de aquel día, Amrabat y Achraf (que ha jugado los dos encuentros en la izquierda) pasaron más tiempo en terreno de juego adversario que en el propio. En ese partido, sus futbolistas lideraron las principales estadísticas. Pero lo cierto es que en dos partidos fue incapaz de marcar y el de hoy será su último partido en el Mundial.

Su seleccionador, el francés Renard, es un africanista vocacional. Casado con una senegalesa (viuda de Metsu, otro técnico francés), gran parte de su carrera, probablemente la de más brillo, la ha desarrollado allí. Le Roy, su maestro, le llevó con él a Ghana y luego voló solo a Angola y Zambia, a la que condujo a la Copa de África de 2012. Repitió con Costa de Marfil, en 2015, lo que le convirtió en el primer técnico en conquistar el torneo con dos selecciones distintas. “África ha cambiado mi vida. Cada país es diferente, pero la gente de aquí se conforma con poco para ser feliz. Disfrutas de una libertad que no existe en Europa, donde todo es más restrictivo”, ha dicho en varias ocasiones.

Marruecos, en cualquier caso, es la selección menos africana del continente. 17 de sus 23 jugadores han nacido fuera y se han formado en canteras europeas. Algunos, incluso, tuvieron ofertas para jugar con Francia u Holanda, pero optaron por la Selección de sus mayores. Un impulso patriótico que, según Renard, les ha fortalecido: “Es el corazón el que te dice con quién debes jugar. Muchos de los míos pudieron elegir, como hicieron Zidane y otros, selecciones europeas y eso les hubiera acercado a los títulos y al reconocimiento internacional. Pero eligieron con el corazón, conscientes de que esa decisión les haría ganar menos”. Renard cree que al fútbol africano le falta alcanzar las semifinales en un Mundial para salir del cascarón: “Hay una brecha entre la cantidad de jugadores de calidad que produce el continente y el nivel de sus selecciones. Y cambiar eso depende de nosotros, los seleccionadores”.

Un Marruecos ofensivo

Hasta que llegó al Mundial, Marruecos sumaba diez partidos sin perder con su fútbol abierto, atrevido, con laterales larguísimos (ahí llegó a jugar Amrabat ante Irán) y juntando a cuatro centrocampistas de talento por dentro: El Ahmadi, como cierre, y Belhanda, Ziyech y Boussoufa, como armadores. Cabe deducir que hoy Renard también irá por ahí, con los titulares, y que, a diferencia de Portugal e Irán, Marruecos no le dará a España ni la pelota ni el campo. A cambio, le ofrecerá los espacios que se le han negado hasta ahora.

Entre los asuntos por resolver en el choque está el de De Gea, que no ha hecho aún una sola parada en el Mundial. Y el de Busquets, jugador crucial y sin repuesto al que una tarjeta amarilla le impediría estar en unos hipotéticos octavos. Pinta que jugarán los dos, que regresará Koke para fortalecer el juego interior (lo de Lucas no salió bien ante Irán) y quién sabe si Hierro le dará descanso a Iniesta, un futbolista inigualable pero al que conviene utilizar en las dosis adecuadas. Lo hizo Lopetegui y en las mismas anda Hierro. Cumplidos los 34 años, sólo ha jugado completo uno de los últimos ocho partidos con la Selección. Quizá esta sea la última oportunidad de oxigenarle, pero Iniesta es el guardián del estilo. Y cuesta tanto quitarle como exprimirle.