Se notaba que el Almería se jugaba la vida, y salió al campo dispuesto a matar o morir, muy en ofensivo. No obstante, la primera gran ocasión fue para Kravets, que mandó un centrochut al larguero. El partido ganaba en dinamismo y Pozo pudo adelantar al Almería, pero un exceso de regates cuando ya se quedaba solo dio al traste con la oportunidad. Juan Muñoz reventó un balón en las manoplas de Roberto, que se despedía del fútbol y lo hizo con nota. No había tregua y entre los dos equipos se impuso un toma y daca en el que se llegaba a las áreas con mucha facilidad, pero sin gol. El Almería estaba dando la cara y no se arrugaba ni daba un solo paso atrás a pesar de que los resultados de otros campos le favorecían y le sacaban del apuro. El descanso llegó con los almerienses salvados, lo que no era poco.
La segunda parte comenzó con sobresalto para los andaluces, que vieron como René salvaba un remate de cabeza a bocajarro de Sergio Gil. El Lugo monopolizaba el balón y las ocasiones, y el Almería comenzó a sufrir. Las balas silbaban sobre la portería andaluza y el primer gol, cuestión de tiempo, llego en un penalti del portero René sobre Mario Barco, en una salida de puños que arrolló al riojano. Pita transformó, pero solo cuatro minutos después Fidel empataría recogiendo un rechace del larguero a tiro de Muñoz, desatando el optimismo entre los suyos. No hubo más fútbol, solo transistores, tensión y alegría al final. Esta bala pasó cerca, pero el Almería sigue vivo y sigue en el fútbol profesional, mientras que el Lugo despide la temporada sin lograr batir el récord de puntos, único objetivo que le quedaba.
