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Misión cumplida

El Barça sigue tachando tareas pendientes de su listado de objetivos con regularidad y eficacia germánica. En el Juventus Stadium sacó el punto que le faltaba para asegurarse el primer puesto del grupo una jornada antes del final de la fase de grupos. Logró el Barcelona dejar su portería a cero y con eso le bastó para pensar en serio en la cita de Valencia del próximo domingo.

Aunque puede que ya estuviera pensando en la cita que le espera ante su principal perseguidor en la Liga puesto que ante el pasmo de todo el mundo, Valverde dejó de entrada en el banquillo a Messi.

Una hora antes del partido, en cuanto se conocieron las alineaciones las especulaciones y el nerviosismo se apoderó del pueblo culé, que puede aceptar bromas de todo tipo menos en lo que se refiere a Leo Messi. De entrada las explicaciones que se dieron era que respondía a una decisión técnica, luego trascendió que, aunque no tenía ningún dolor, se aconsejaba precaución con el argentino.

Cuando los dos equipos saltaron al campo y posaron para los medios gráficos casi nadie les hizo caso. Todos los objetivos apuntaban al banco del Barcelona. Cuando nada más comenzar la segunda parte, Messi salió a calentar, se oyó un suspiro de alivio hasta en Rosario.

Sin Messi en el campo la idea de Valverde estaba clara, mantener al equipo bien junto, sólido atrás y sin arriesgar en las pérdidas de balón que hace siete meses condenaron al Barça de Luis Enrique.

El equipo blaugrana logró ese objetivo en un 90 por ciento. Para el diez por ciento de los casos restantes, aparecía Ter Stegen, que está en un estado de forma sensacional y con una concentración absoluta en el juego como lo demuestra el hecho de que salvara a su equipo en el primer minuto a disparo de Douglas Costa y en el último del partido ante Dybala. Esas fueron las dos únicas ocasiones de la Juventus, que durante gran parte del partido se estrelló ante una defensa en la que Umtiti y Piqué volvieron a ser infranqueables ayudados en las bandas por un Semedo que cada día va a más y por un Digne impecable en la defensa, pero que en la segunda parte malogró una jugada clarísima de gol por querer ceder el balón a Suárez en vez de culminarla él cuando se plantó cara a cara ante Buffon.

La jugada de Digne fue, junto a un balón que dio en el poste tras una falta sacada por Rakitic y que remataron en semifallo conjunto Paulinho y Busquets en la primera parte, las únicas aproximaciones serias de un Barcelona que se contentaba con mantener el control del juego.

Y si hay que mantener el ritmo de un partido, nadie mejor que Busquets, que en Turín dio un curso de lo que debe ser un mediocentro. Se hartó de recuperar balones, supo acudir en ayuda de sus compañeros en los momentos críticos y sacó la pelota con una pulcritud acrisolada. A su lado, Iniesta, Rakitic y Paulinho estuvieron por encima de la media italiana.

En el segundo tiempo ya con Messi en el campo el partido se volvió más divertido y menos encorsetado hasta el punto que Dybala, que en la primera parte había pasado absolutamente desapercibido empezó a hilar jugadas y tuvo en sus botas el gol del triunfo en el último minuto, pero Ter Stegen lo evitó. El Barça regresa con los deberes hechos.

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