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BARCELONA

Daniel Alves, el extravagante que se hartó del Barcelona

Alves lanzó en febrero un torpedo al Barça: “Irme gratis fue una hostia con clase a una directiva falsa”. Ahora triunfa en la Juventus.

Actualizado a
Daniel Alves, en Barcelona.
FERNANDO ZUERASDIARIO AS

Daniel Alves puede ganar su tercer triplete en nueve años. Adornado con una hoja de servicios envidiable este brasileño extravagante e impredecible sigue dominando el tempo de los cursos. Dotado de una profesionalidad ejemplar que contrasta con la imagen que da fuera del estadio, Daniel Alves ha pasado de jugar sus primeras temporadas en Europa a tres velocidades por encima de todos sus competidores a saber regularse y acabar las temporadas en sexta cuando el resto apenas pueden poner cuarta.

Después de su exhibición en las semifinales de la Champions (tras una temporada más bien discreta) para llevar a la Juventus a Cardiff, la pregunta en el Barça es clara: ¿Por qué este tipo se fue gratis y vuelve a jugar la final de la Champions mientras el club blaugrana cae en cuartos de final?

La respuesta no es menos clara: Alves se había hartado del Barcelona. Concretamente de su directiva. Sus puyas en la sala de prensa pueden llevar a pensar que se fue por la presión de los medios de comunicación, pero la relación de Dani con ellos era una escena bufa sin ninguna trascendencia. La hemeroteca le retrata. Alves es el mismo que llamaba basura a una serie de periodistas a los que luego elogió mientras que ahora desprecia a los que le rieron las gracias entonces.

Con quien de verdad estaba dolido es con la directiva del club, de la que jamás se fió. Siempre sospechó, no sin razón, que era un cuerpo extraño y que, entre los titulares, el que más dinero podía aportar por un traspaso al tiempo que su salida era menos traumática de cara a la masa social era él. Vivía en la diana

Lo dejó clarísimo en una entrevista el pasado febrero en ABC: “Irme gratis del Barça fue una hostia con clase a una directiva que nunca me dijo nada a la cara, falsa y desagradecida que sólo me pidió renovar cuando les sancionó la FIFA”. Su venganza fue irse por la cara mediante una cláusula que impuso en su renovación. Y lo repitió en el Camp Nou ya de bianconero criticando a los que antes aplaudían los palos que les daba a los del otro lado poco antes de besar el escudo en otro de sus histriónicos gestos, sólo comparable al de ofrecerse al Barça en el mercado de invierno: “Me fui porque no me sentía cómodo”, resumió.