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EIBAR 0 - ATLÉTICO DE MADRID 2

El Atleti despierta a tiempo

Los goles de Saúl y Griezmann rescatan a un mal Atlético en Ipurúa. Arbitraje muy discutido de Gil Manzano. Poco premio para un Eibar valiente.

Actualizado a
El Atleti despierta a tiempo

Éibar vs Osasuna

El movimiento del Cholo justo al descanso buscaba un cambio. De estilo, de juego, de ambición. Lo necesitaba su Atleti, desaparecido ante un Eibar que ponía el ritmo, el peligro y las ocasiones. Pero al descanso Simeone miró a su banquillo y encontró a Juanfran, que salió por Vrsaljko. El ajuste parecía nimio pero fue decisorio. Ocho minutos después el Eibar seguía poniendo ritmo, peligro y ocasiones pero el Atlético ya tenía el gol.

Fue Saúl quien puso de cara en este partido que se le había tornado azul-oscuro-negro-tenebroso: cada uno de sus goles es botella de oxígeno. Lo fue el que le hizo a Las Palmas en el último partido de 2016 y también en el primero de 2017 en Ipurua. Metió la cabeza lo justo (en fuera de juego) a un balón colgado de Filipe para enviarlo allá donde Yoel no llegaba: el palo largo, ajustadito a la madera. La jugada había comenzado en un córner, viejo principio del cholismo, el balón parado, que volvió a aparecer cuando más lo necesitaba su entrenador, en un partido en el que la corbata apretaba, y mucho. Apretaba Mendilibar.

Cierto es que la entrada de Juanfran equiparó, que el Atleti mejoró, que al menos el partido ya lo jugaban dos y no sólo uno. Tan cierto como que el gol de Saúl no atemperó ni un ápice el vigor del Eibar. Seguía a lo suyo. O sea, asfixiar al Atleti en cada balón, cada jugada.

Lo hacía desde antes de que el partido comenzara a sudar, con una carrera de Inui por la derecha en el 1’ que terminó en cabezazo de Lejeune y aviso: en esa parte del campo cercana a los banquillos, con aspecto de piscina de hielo a punto de romperse, se ahogaría Vrsaljko cada vez que corría el japonés. Da igual cómo quisiera taparle el croata: siempre se le colaba. Mientras, a pocos metros suyos, en el medio, otro rojiblanco le tomaba las medidas a su nuevo mundo. Era Giménez. Y tenía todos los focos encima.

El uruguayo, titular en el centro, se ajustaba a un puesto extraño si eres central y lo hacía tan perfecto en lo que el Cholo le pedía (contener, cortar, chocar) como impreciso en lo que su equipo necesitaba: salida de balón. Griezmann y Torres pagaron. El balón se convirtió en Santo Grial. Deambularon 45’ buscándolo, sin encontrar dónde estaba, con hambre de balón y un solo bocado: un disparo de Grizi inocuo en el 36’.

La facilidad del Eibar, por contra, para llegar arriba era pasmosa. Dos toques, tres, y estaban en territorio Moyá. Llegaban con aperturas de Pedro León. Llegaban con centros de Luna. Llegaban y remataba Adrián, remataba García. Llegaban y llegaban, pero el Atleti resistía y el árbitro no veía penalti en que Vrsaljko, en el suelo, tocara con la mano un balón de Inui. Ipurua lo pidió. Gil Manzano no lo pitó. Poco antes tampoco lo había hecho en un control de Adrián también con la mano. Tenía amarilla ya, como el croata. En paz.

No para el Cholo. El Atleti había terminado la primera parte con un uy de Enrich que no se fue a la red porque éste se tropezó y en el 74’, veinte minutos después del gol de Saúl, y con Inui borrado por Juanfran, estaba en el mismo punto: achicando ante el Eibar. Rico, Enrich y Pedro León rondarían el gol en una jugada de cuatro rechaces y Rico y Pedro León volverían a intentarlo en la siguiente. Volvía a apretar Mendilibar. Entonces Simeone volvió a mirar a su banquillo y encontró a Gameiro.

Tres minutos llevaba sobre el césped cuando conectó con Griezmann y juntos hicieron el gol. Otro viejo principio del cholismo: efectividad quirúrgica. Y el viento de cola de nuevo en LaLiga, con un triunfo ante un rival al que es difícil doblarle la rodilla. De hecho, el Eibar lo haría en el marcador pero no en el campo: en la última del partido Bebé casi hace el 1-2. Lo evitó Giménez, imagen del cholismo ayer en Ipurua, el día que se cumplían cinco años de su primera vez en Málaga. Feliz efeméride.