Poyet es el hombre del partido. Y no porque, a pesar de sus 239 partidos como jugador en LaLiga española, visite por primera vez El Madrigal. Lo crucial es que la credibilidad del proyecto del técnico está seriamente en entredicho. Ganar al Villarreal confirmaría que este Betis se suelta a domicilio tanto como se encoge en casa. Ya venció en Valencia y Pamplona. Volver a pinchar reforzaría la aparición de nombres como el de Merino. Pero perder de mala manera, sin pelear o con holgura, sería decisivo. Aun así, el uruguayo sigue fiel a sus ideas otoñales. Un nuevo sistema sacado de la manga y aún sin coordinar en el que Rubén, máximo goleador verdiblanco e icono, apunta al banquillo. Al menos eso es lo que ha ensayado.
La empresa de volver a enganchar al beticismo no será nada sencilla. El Villarreal anda de uñas. Tras doce partidos invicto ha encadenado dos derrotas que han dejado claro, pese a las optimistas rotaciones, que los titulares y los suplentes llevan este cartel por algo. Escribá, tras el trompazo ante el Osmanlispor, volverá a echar mano de su once tipo. Una verdadera garantía. Asenjo, reclutado por Lopetegui, sacará pecho después de dejar atrás a Oblak y quedarse como el portero menos veces batido. Regresan en defensa Mario, Musacchio y Jaume Costa. Es decir, el orden y la profundidad. Trigueros, descansado, arropará a Bruno. Y arriba comparece Sansone hambriento, como siempre, junto a Bakambu.
Sin los ex. El Betis, sin Durmisi, con Ceballos olvidado y pensando en el futuro y con Joaquín de mediapunta, tendrá mucho trabajo para no hundirse en la tabla. Busca un respiro en un Madrigal que hoy quiere estar de nuevo en Champions. El duelo, interesante por tanto potencial, deja dos historias de ida y vuelta que enrabietan. Nahuel, perla del Submarino, está de relleno en el Betis. N’Diaye, pilar en Heliópolis, estará en el banquillo la grada (la lista se conoce hoy) como fichaje del Villarreal en el que pocos ya confían.
