Cinco años después de que Víctor Fernández le hiciera debutar (en Segunda) con el primer equipo del Betis, Sergio León se enfrentará en Primera al club de su vida. Fichado por Osasuna este verano, Sergio tuvo que patearse campos de Segunda B y Tercera y superar los 27 años para asomarse a la máxima categoría, pero vaya cómo se asoma: lleva cuatro goles en cuatro partidos, desde que Enrique Martín le diera la titularidad. Dos de ellos contribuyeron a la victoria en Eibar, la primera que consiguen los rojillos.
Sergio se reivindica ante un equipo del que se declara seguidor y Martín, que hace sólo cuatro días se encontró al borde de la destitución, traslada las urgencias a Gustavo Poyet. El uruguayo sólo saldría de Heliópolis hoy en caso de debacle muy gorda, pero como pierda no le quedarán más balas. La imagen ante Real y Madrid provocará que Poyet revolucione su equipo empezando por la gente que viajó a Pamplona: Durmisi, lateral danés que estaba siendo de lo más potable, es la principal cabeza de turco.
Y buena parte del beticismo no lo entiende, como no entendería que se empeñara en seguir exiliando en la banda a Rubén. La historia de amor del canario con el Betis sufre un cruce de caminos y un proyecto de analogía en Sergio León, quien en 2010 no tuvo oportunidades, entre otras cosas, porque Rubéncomenzaba a hartarse de marcar goles en un intento de relanzar su carrera. Sergio se inspira en el máximo anotador de la historia del Betis. Lo sabe él mismo, y Rubén, y Enrique Martín, lo quiere probar Poyet con una victoria: nunca es tarde para darle la vuelta al balón.
