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LLAGOSTERA 6 - ZARAGOZA 2

Deshonra histórica del Zaragoza en Palamós

El equipo de Carreras, que deja el cargo, fue humillado como nunca por el Llagostera y queda fuera del playoff de ascenso.

Actualizado a
Deshonra histórica del Zaragoza en Palamós
CARLES MELÉNDEZ © 2016 DIARIO AS

Oprobio del Real Zaragoza en Palamós. Oprobio monumental. En una de las actuaciones más deshonrosas de su historia, por no decir la mayor, el equipo de Lluis Carreras fue humillado como nunca por el Llagostera y queda fuera por goal-average del playoff de ascenso, un descalabro mayúsculo que compromete seriamente el futuro y la viabilidad del club y le aboca a una cuarta temporada consecutiva en Segunda División. Al Zaragoza le bastaba con un empate para alcanzar matemáticamente la promoción, pero el partido le vino muy grande y fue literalmente barrido del campo. Hacia 65 años que no recibía seis goles en Segunda División, lo que da idea de la magnitud del fracaso.

El Llagostera llegó a la cita descendido, pero su entrenador, Oriol Alsina, ya advirtió en las vísperas de sus intenciones: “Somos profesionales y saldremos a ganar y a dar una imagen impecable”. Dicho y hecho, porque el central Ruymán ya pudo abrir el marcador con un cabezazo envenenado a los siete minutos, y antes del cuarto de hora Querol fusiló a Manu Herrera, tras un servicio profundo y a la espalda de Guitián del ex zaragocista Edu Oriol. Ya se sabe que no hay peor cuña que la de la misma madera. Especialmente en el fútbol.

Antes de que se diera cuenta, el Zaragoza se vio con un gol en contra y con el reloj corriendo ya a toda velocidad. Quiso irse arriba, pero le faltó claridad en los últimos metros. Lanzarote probó una vez suerte, pero nada más.

El Llagostera, bien armado atrás, fue un frontón invulnerable y un vendaval a la contra frente a una defensa de chirigota. Y así, a la media hora hora, Imaz sacó de banda desde muy lejos, Cabrera y Guitián se comieron el desmarque de Querol, y el volante catalán, sin pensárselo dos veces, elevó a un toque sobre la media salida de Manu Herrera. 2-0, desolación absoluta entre el Zaragoza y su parroquia y feliz incredulidad entre la escasa hinchada local.

El Zaragoza vino a Palamós a ganar y se fue al descanso con un marcador terrible, víctima de su escasa energía y de su mucho miedo.

A la desesperada, Carreras dio entrada tras el intermedio a Ángel y Jaime y por Pedro y Javi Ros en un intento por igualar la desventaja, pero lo que se encontró fue con dos nuevos goles locales que acabaron por sentenciar su suerte y la del Zaragoza.

Jaime, de penalti, y Ángel acortaron distancias hasta el 4-2, pero otros dos zarpazos de la Llagostera, con Querol pletórico de acierto (cuatro goles) elevaron el triunfo catalán hasta la media docena, igualando aquel 6-2 de El Molinón del 25 de febrero de 1951, que sólo los más viejos pueden recordar.

La manita de Palamós consuma el fracaso absoluto de un entrenador y de unos jugadores faltos de personalidad y de energía, que venían derrumbándose y han terminado por caerse con estrépito el día que sólo necesitaban un punto frente a un rival descendido.

Carreras, altanero en las conferencias de prensa ante alguna pregunta incómoda, pero reservón y falto de soluciones en el banquillo, abandona a la carrera el Zaragoza, pero deja una vergüenza ciclópea y un bochorno general que tardará muchísimo años en olvidarse. El episodio, desde luego, es probablemente el más negro de toda la historia del club aragonés.