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BARCELONA - ESPANYOL

Raúl Tamudo: “Debería cobrar por el uso del Tamudazo”

Tamudo volvió a poner bajo el foco los derbis el 9 de junio de 2007, con dos goles que impidieron al Barça ser campeón de Liga. En el Camp Nou.

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Raúl Tamudo: “Debería cobrar por el uso del Tamudazo”

Le paran continuamente por la calle, el ‘Tamudazo’ está en boca de todos y su teléfono no deja de sonar. ¿Cómo vive estos días?

—Con naturalidad. Me llaman de todas partes, pero entiendo que esta situación es similar a la de hace nueve años. Es bonito que, habiéndome retirado ya del fútbol profesional, todo el mundo recuerde estas cosas. Eso es que has hecho algo bueno e importante a nivel no sólo catalán o español, sino mundial. Diría que nunca había sucedido algo como lo que pasó hace nueve años.

—Vayamos al grano, ¿se puede repetir?

—En fútbol he visto de todo. Cuando el Real Madrid perdió la primera Liga de Tenerife, nadie hubiera dicho que se repetiría al año siguiente. Le hubieran tomado por loco. Hay que jugarlo. El Barcelona se juega mucho, pero el Espanyol también se juega la permanencia matemática. Es un derbi. Espero que al menos saquemos un punto y ya estemos salvados.

—¿Qué es más difícil: el milagro del Leicester u otro ‘Tamudazo’ en el contexto actual?

—Al final, el derbi es un partido, por lo que todo es posible. Lo que ha hecho el Leicester es una patada al fútbol y a los clubes que se gastan fortunas en jugadores. Un ejemplo para cualquier deporte. ¿Cómo no va a ser posible ganar un derbi?

—Kameni, Zabaleta, Jarque, De la Peña, Riera, Rufete, Luis García, usted… Con aquel equipo quedaron 2-2, pero ahora estarían luchando al menos por la Champions.

—En general, el nivel en el fútbol español no es tan alto como en aquella época. No me refiero a los grandes clubes. Los equipos no están para permitirse muchos lujos. Subsisten con los recursos que tienen. Nosotros veníamos de perder la final de la Copa UEFA y teníamos un equipo increíble.

—¿Qué le sugiere la expresión ‘Tamudazo’ cada vez que la escucha?

—Debería cobrar cada vez que se utiliza esa palabra, ¡la van a desgastar! (ríe) Para mí es una historia bonita, que el día de mañana leerá mi hijo. Es un momento único, como el día del Maracanazo. Cada vez que suceda algo así se volverá a hablar. Es un orgullo.

—¿Recuerda el titular de AS: ‘El polvo del siglo’?

—(Ríe) ¡Claro! Es que fue algo inolvidable para la gente del Espanyol. Pero no porque el Real Madrid ganó la Liga, sino porque hicimos un gran partido e incluso podíamos haber ganado.

—Nueve años después, ¿cómo le tratan los culés?

—Hoy todo el mundo me trata con cariño y con respeto. La gente entiende que yo hice mi trabajo.

—Cuando dice “hoy”, es que al principio no le profesaban tanto cariño…

—Al principio fue complicado, tenían que digerirlo. Ellos tenían un equipazo, con jugadores de todo el mundo, y llegó uno de Santa Coloma y la lió.

—Y al revés... ¿Los seguidores del Real Madrid todavía se lo agradecen?

—Cada vez que voy a Madrid me lo recuerdan, me dan las gracias. La última vez, este pasado fin de semana. Pasarán los años y seguirá siendo así. Lo mismo que si con un gol al Madrid le doy una Liga al Barça.

—En tal caso, igual donde no entra es en la Ciudad Deportiva del Espanyol…

—Puede ser (ríe). Al final, todo se reduce a lo mismo: hacer bien tu trabajo. Los daños colaterales no son mi problema.

—¿Cómo plantearon aquel derbi?

—Después de perder en Glasgow, vino el Getafe a Montjuïc y nos metió cinco, así que no era cuestión de dejarse llevar y dar una mala imagen en los partidos que restaban. Íbamos al Camp Nou con la intención de pasarlo bien, sin ninguna presión. La clave es que nos divertíamos jugando y que supimos canalizarlo ante un rival que se jugaba la Liga.

—¿El triunfo ante el Sevilla y haber sumado 40 puntos puede ser ahora la clave?

—No me quiero imaginar cómo habrían afrontado los jugadores este partido si no hubieran ganado contra el Sevilla. Tenemos tres oportunidades para salvarnos: puntuando ante el Barcelona, contra el Eibar o si fallan los rivales.

—¿Cómo vivió el sublime momento del 2-2?

—Nosotros estábamos jodidos porque el Barça estaba ganando gracias a que marcó un gol con la mano, que fue clarísima. Era el minuto 89 y yo ya me había bajado las medias porque me daban rampas y no podía más. Pero cogió el balón Rufete y decidí hacer el último desmarque a ver qué pasaba. Vi que me salía Víctor Valdés, le di como pude para metérsela bajo las piernas y llegó la felicidad del gol.

—¿Alguna vez detectó tanto silencio en un estadio de fútbol como en ese instante en el Camp Nou?

—Es tanta la adrenalina que uno tiene cuando eso sucede que te das cuenta luego, cuando ves en las imágenes las caras que se les quedan a los aficionados. En ese momento, mi alegría es simplemente el gol y poder celebrarlo con los compañeros.

—¿Y cómo sienta, cuando uno se entera, que le ha arrebatado la Liga al eterno rival?

—En ningún momento sabíamos cómo iban los demás partidos: mi alegría es por mi equipo, por mi afición y porque paso a la historia del club como máximo goleador en la Liga (112 goles, superando a Rafa Marañón). Cuando acaba el partido es cuando me dicen que la había liado, que por mi gol el Madrid se había puesto líder. No era muy consciente de todo lo que había pasado. Yo simplemente hice lo que habría hecho cualquiera: ir a un campo, representar a mi escudo e intentar ganar el partido.

—La fiesta en el vestuario sí fue importante, ¿no?

—En el vestuario estábamos felices. No vamos a ocultar que era un derbi, con la rivalidad que conlleva. Y yo creo que hay un antes y un después en los derbis a partir de ese día. Dos años después, ganamos con dos goles de De la Peña siendo colistas y ellos líderes, algo que tampoco había sucedido jamás. Desde 2007, cuando el Espanyol tiene que ir al Camp Nou se produce ese ‘uy’, nos tienen un respeto porque puede pasar cualquier cosa si no están al máximo.

—Usted estuvo un año, en edad infantil, entrenándose con el Barça. ¿Se ha parado a pensar qué habría pasado si le hubieran aceptado?

—Trato de no pensar en esas cosas. Yo estaba en el Milán de Santa Coloma y dos días a la semana me entrenaba con el Barça. Así, durante un año. Me dijeron que me llamarían, pero el teléfono nunca sonó. En cambio, José Manuel Casanova (coordinador entonces de la cantera del Espanyol, ahora en el Málaga) me dijo que me fichaba sin hacerme ninguna prueba. Yo le había dado mi palabra al Barça, así que cuando vi que no me querían, me fui encantado al Espanyol. Desde el primer día me sentí como en mi casa.

—Sea sincero: de pequeñito, ¿qué colores le tiraban más?

—Al único estadio al que mi padre me llevaba a ver fútbol era a Sarrià. Allí vi la UEFA del 88. Me ponía en un córner junto a mi hermano, con unos prismáticos, para ver a N’Kono, Orejuela, Losada, Soler… Yo era feliz. Cuando llegaba, veía el verde desde las puertas, luego el olor a césped: para mí era un regalo que mi padre me llevara a Sarrià. Así que ya tiene respuesta.

—Entonces, sufriría como todos los chavales pericos en el colegio, en franca minoría con los compañeros del Barça.

—Con 14 años, cuando firmé por el Espanyol, me tenían envidia. Les hubiera gustado estar en mi lugar. ¿A quién no le gusta que un club de Primera venga y te fiche? Recuerdo que uno de la clase me dijo: “Ya tienes la vida resuelta”. Es la percepción a esa edad, luego la realidad es otra; el fútbol es muy complicado.

—¿Ve en Gerard Moreno, como dicen, a su sucesor?

—Ojalá que Gerard marque muchos goles para el Espanyol y nos dé muchas victorias. Pero no podemos compararnos. Hay que darle tiempo porque es joven y no se le puede poner esa presión. Hay que dejarle demostrar, como ya hizo en el Villarreal y también aquí, que es un gran jugador. Debe tener una regularidad que te da la tranquilidad.

—¿Así que intuye opciones de un ‘Morenazo’ este domingo?

—A mí me da igual quién marque. Igual marca Ciani y estamos todos felices. ¿Por qué no? Puede pasar, por ejemplo, en un córner. El fútbol no deja de sorprenderte. Lo importante es que la gente esté orgullosa del partido que haga el Espanyol. Que si ganamos o empatamos y nos salvamos, estemos contentos. Lo demás no nos tiene que importar en absoluto.

—¿Firmaría poder jugar este derbi?

—Firmaría jugar el derbi, igual que habría jugado con los ojos cerrados el domingo contra el Sevilla y en cualquier partido en que el Espanyol se juegue algo. En ese tipo de encuentros es un gusto salir a calentar, a ver el ambiente, y ahí demostrar qué clase de jugador eres.

—¿No tendrá previsto ir a verlo al ‘escenario del crimen’?

—Yo sólo he ido al Camp Nou a jugar. Lo veré en casa, así estaré más tranquilo. El fútbol, o juegas o lo ves en casa o en Cornellà. Verlo en otro campo y sin repeticiones no tiene sentido (sonríe).

—¿Qué equipo cree que va a ganar la Liga?

—Uff, muy difícil.

—Igual es más fácil si le pregunto cuál quiere que la gane.

—El que depende de sí mismo es el Barcelona, pero como quiero que el Espanyol empate o gane, no puedo dar un pronóstico.

—A todo esto, hubo otro ‘Tamudazo’: el de la salvación con el Rayo en 2012…

—Yo me he salvado en dos partidos pasado el minuto 90 (el primero fue con el Espanyol, en 2006), en la última jugada de la jornada final. Más presión que eso… Pesan mucho las piernas cuando ves que pasan los minutos y no llega el gol, y psicológicamente también estás fastidiado. La cabeza juega malas pasadas: te absorbe el oxígeno, eso se traslada al músculo y te puedes bloquear.

—Por cierto, ¿tenemos ya director deportivo?

—El lunes acabo el curso. Y luego me tocará coger experiencia como becario.

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