Fallece José Luis Artetxe, leyenda del Athletic de los 50
Fue uno de los legendarios 'once aldeanos' que ganaron la Copa de 1958 al Real Madrid de Alfredo Di Stéfano en el Bernabéu. Ha fallecido a los 85 años.
En poco tiempo, muy poco, el Athletic ha sentido una orfandad terrible. Aún sigue el dolor por la pérdida de Iriondo y hoy se ha ido José Luis Artetxe, precisamente el sustituto de Don Rafa, otra leyenda del equipo rojiblanco, en este caso de la década de los 50 del pasado siglo. Artetxe nos deja a los 85 años. Nacido en Getxo el 28 de junio de 1930 y padre del exredactor de AS José Luis Artetxe, actualmente en el diario Deia, disputó 346 partidos oficiales con la camiseta rojiblanca marcando un total de 133 goles que le convierten en el noveno máximo realizador en la historia del club solo por detrás de Zarra, Bata, Dani, Gorostiza, Iraragorri, Arieta, Panizo y Gainza.
En sus quince temporadas, el delantero de Algorta conquistó un título de Liga (1955-1956), tres de Copa (1955, 1956 y 1958) y la Copa Eva Duarte de 1951. También fue seis veces internacional con España, con la que marcó un gol en el empate a Turquía del encuentro de su debut (clasificatorio para el Mundial, que decidió una moneda tras el empate y sonrió a los otomanos).
Formando junto a Carmelo, Orue, Garay, Canito, Mauri, Etura, Uribe, Arieta, Koldo Agirre y Gainza, Artetxe fue uno de los legendarios 'once aldeanos' que protagonizaron de una de las mayores gestas de la historia del Athletic ganando el título de Copa de 1958 al Real Madrid de Di Stéfano en el Santiago Bernabéu.
Artetxe, además, pasará a la historia como el autor de los primeros goles del Athletic en competición europea en San Mamés ya que el 26 de septiembre de 1956 marcó los tres tantos en la victoria frente al Oporto (3-2) que clasificaron al equipo rojiblanco para los octavos de final de la Copa de Europa.
Artetxe era un futbolista diferente. Vivía en Algorta, ajeno al ruido del fútbol actual, y paseaba por las calles de su pueblo a veces agobiado por los aficionados modernos pero sin un ápice de nostalgia por sus tiempos de futbolista, una profesión a la que le empujaron, decía. Su clase provocaba admiración en Europa y le fascinaba viajar, leer y estudiar. El fútbol no era lo único en su vida. En 1965, poco después de su retirada, prefirió ocultarse en un segundo plano, lejos de los focos. Hasta cuando dejó el fútbol tomó un camino diferente a los demás. De hecho, en una ocasión viendo que no contaba para su técnico, Antonio Barrios, a mitad de temporada, habló con el club para romper el compromiso que les unía. Renunció al sueldo hasta junio y se centró en su trabajo en una fábrica de piensos compuestos que montó en Mungia. José Luis era un genio sobre el campo y prefería el anonimato fuera. No reparaba ni en los encendidos halagos ni en las críticas.
Los jugadores del equipo rojiblanco portarán brazaletes negros en el partido de Liga de mañana, domingo, frente al Espanyol en memoria de Artetxe, que era socio distinguido del Athletic desde 1965 y fue además directivo del club.