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ESPANYOL

Un punto con sabor a 'Clamoxyl'

Primero lo maldecías, por su sabor amargo y artificial, pero luego lo bendecías cuando poco a poco desaparecían los síntomas”.

BarcelonaActualizado a
Abraham y Hernán.
PEPE VILLOSLADA

Un medicamento. El empate era, antes de empezar el partido, un buen botín para un Espanyol que visitaba a un Granada necesitado y en zona de descenso. Una vez señaló el final González González, ese punto tuvo un sabor desagradable, como cuando te tomabas un clamoxyl para que te curara ese resfriado primaveral. Primero lo madecías, por su sabor artificial y amargo, pero luego lo bendecías cuando poco a poco desaparecían los síntomas. Ese es el valor de este punto, que es insuficiente, aunque con el paso de los días adquirirá más valor porque el equipo está más cerca de su objetivo y evita que un rival sume la victoria.

El Granada, un diez. Las expulsiones son, sobre el papel, una ventaja, pero el fútbol no se reduce a una cuestión numérica. No es matemática pura e intervienen factores emocionales y tácticos, mecanismos de juego y de concentración. Por eso no todas las tarjetas rojas cuentan con un efecto que favorece al que juega con 11. Y eso le pasó al Espanyol, que tenía un plan pero que se le fue al traste cuando se quedó en superioridad. Es ahí donde tuvo que mandar en el partido, organizarse con el balón y moverlo hasta encontrar espacios. No supo hacerlo, y sus errores en las pérdidas le costaron el 1-0 y casi el encuentro.

Fútbol callejero. También son errores de los jugadores algunos encontronazos en un partido burdo, feo, en el que por momentos te entraban ganas de cambiar de canal (las mismas tarjetas que remates). Uno de esos fue el que le costó la roja a Barral. El fútbol se está quitando los vicios de la calle, esa pillería que te permite ganar un balón y protegerlo gracias a tu fuerza y envergadura. Por eso, este tipo de expulsiones o de tarjetas las sufren futbolistas más veteranos y de ese perfil: Hernán, Stuani o Barral.

¡Al ataque! Delanteros todos ellos, de los que tiró Galca para suplir la baja de Diop y Víctor Sánchez. Cambio los jugadores pero no el sistema y llenó al equipo de mediapuntas, una media salomónica pero útil en defensa—no sufrió demasiado el Espanyol—. No obstante, fue el equipo menos punzante, cojo por los costados, desacertado Asensio y solitario Moreno. La presencia de Diop y Víctor es clave para que reluzcan los jugadores más desequilibrantes, porque son capaces de recuperar balones en zonas ofensivas y permitir que los extremos disfrutar de más uno contra uno.

La zona media. Sin esas situaciones, sin esa capacidad de desequilibrio en la banda, era difícil descorchar la defensa nazarena. Pero el punto deja al Espanyol en la zona media de los equipos que no lucharán por Europa: está a cinco puntos del Eibar (8º) y a cinco del Getafe (17º). Una buena media, que certifica la gran reacción perica, y la posibilidad de hacer una temporada acorde con el presupuesto del club una temporada más. El clamoxyl que se automedicó el equipo después de caer 0-5 ante la Real Sociedad ha surtido efecto y está curando al enfermo. Con empates —el primer fuera de casa del curso— como el de esta noche, en un mal partido, el virus pierde fuerza.