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VILLARREAL 0 - LAS PALMAS 1

David García le recuerda al Villarreal cómo era eso de caer

Su gol de cabeza en el 30' tumba al Submarino tras 14 partidos invicto antes de visitar el Pizjuán, da el tercer triunfo seguido a Las Palmas y aleja a los de Setién del descenso.

Actualizado a
David García le recuerda al Villarreal cómo era eso de caer

El Villarreal cayó en Liga tres meses y 15 partidos después. Y más allá de la falta de puntería de Soldado, de un despiste humano en defensa y de un penalti no pitado de Garrido, sólo hubo un gran culpable del tropiezo en El Madrigal: Las Palmas. El equipo de Setién supo maniatar a su rival en medio campo, llevarse el partido a su orilla en el primer tiempo a base de inteligencia y defenderse con orden en el segundo con el resultado a favor. Así, minimizando las virtudes de su rival, Las Palmas encadena tres victorias y se aleja del descenso demostrando que, pese a la modestia y las urgencias, el camino más corto hacia el objetivo no tiene que conducir siempre a la sobrevalorada casta y al sencillo recurso del patadón.

Soldado fue el hombre del día. Para su dolor. Se vació como siempre, de ahí que difícilmente se le puede reprochar algo, pero perdonó en el 26’ una ocasión que hubiera cambiado el partido, vio la quinta amarilla que le impedirá jugar la final del Pizjuán y fue objeto de un penalti que el árbitro prefirió no pitar. Lo más doloroso de todo para él será aquello que no dependía de terceros: el error en el mano a mano ante Varas poco antes del 0-1. El delantero le dio el vuelo preciso a la vaselina tras un soberbio pase de Adrián al espacio, pero erró en la dirección. El gol se escapó por un par de centímetros y el Villarreal pagó esa falta de puntería con un castigo excesivo. No sólo no se adelantó, sino que cuatro minutos después vio cómo Las Palmas encarrilaba el partido sin ser excesivamente mejor y su grada criticaba. Un córner botado en corto sirvió a Jonathan Viera para mover de su sitio a la defensa, para colgar una rosca precisa y para encontrar la prodigiosa cabeza de David García.

El Villarreal no encontró respuestas desde entonces. Hasta el descanso se mostró desorientado. No salía nada. No encontraba huecos a la espalda, paredes entre líneas ni opciones de correr a la contra. Llegaba bien al área pero no lograba concretar. Así que Marcelino probó retocando la pizarra en el descanso. Sentó a Castillejo, de nuevo deslucido, y apostó por Baptistao en banda. El brasileño al menos insistió, se mostró y encaró. Después, entró Bakambu en busca de inspiración. Pero tuvo dos cabezazos a bocajarro y en ambos falló. Las Palmas, que había tratado el balón con mimo en el primer tiempo, se olvidó de él por cansancio, reculó empujado por las necesidades del rival y prefirió sufrir agazapado. Montoro estuvo inmenso tapando cualquier boquete entre la defensa y el medio campo, mientras Bigas y Lemos multiplicaron sus poderes por arriba y por abajo. Tras el par de sustos de Bakambu, sólo Denis Suárez metió miedo.

Con el pitido final llegaron los resoplidos. Los de Las Palmas por haber triunfado pese a las innumerables bajas. Los del Villarreal, en el césped y en la grada, porque la derrota viene en el momento más delicado, que es donde de verdad se ven a los jugadores (y aficionados) que dudan y a los hombres (y aficionados) que confían. Llegan Leverkusen, Sevilla y Barça. Con Europa como ilusión y con el cuarto puesto tan cerca y a la vez tan lejos.