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ATLÉTICO 3 - RAYO 0

Soluciones Griezmann

Salió y en 20’ hizo dos goles. El Atleti eliminó al Rayo y está en cuartos de la Copa. El 1-0 lo hizo Correa con un derechazo al larguero. Llorente se marchó lesionado.

MadridActualizado a
Soluciones Griezmann

"Podemos ser héroes. Sólo por un día". Eso lo cantó una vez Bowie en el Calderón. Fue en su primer concierto en España, en 1987, y la de Héroes fue la canción número quince de la noche. Bowie murió el domingo, la moneda de entonces, la peseta, duerme en cajones y el Calderón ya no estará en pie pasado mañana, pero hay un futbolista sobre su césped que juega cada partido como si esa canción no se hubiera apagado aún en los altavoces, como si David Bowie se la hubiera escrito a él. Es Griezmann y hace tiempo que su capa aletea poniéndole un matiz a Héroes. Lo suyo no es de un día. Lo suyo es siempre.

Porque cuando Simeone le sacó era el minuto 69 del partido y al Cholo no le gustaba lo que veía. Y eso que el Atlético ya ganaba desde que en el 39’ Correa se había sacado un derechazo de la bota al larguero que casi parte el travesaño. Y eso que el Rayo le ponía ganas pero no peligro. Pero el Cholo miraba preocupado al césped mientras hablaba, apartado en una esquina del banquillo, con el Mono Burgos. Entonces miró a un lado, vio a Griezmann y es como si se le hubiera venido a la cabeza esa frase de Pulp Fiction: “Soy el señor Lobo y soluciono problemas”. Así que miró a su lobo y le dijo: “Calienta que sales”. Y Griezmann calentó y salió. Debutaba en la Copa, por cierto. Y en veinte minutos había marcado el 2-0 y el 3-0. El primero a los diez minutos, inventándose una medio chilena mientras Baena le abrazaba a los pies de Yoel. El segundo, a los veinte, deshaciéndose de Yoel con un toque sutil al balón que le dejó solo ante la portería. Pic y pam. Regate y gol. Así soluciona los problemas Griezmann, con ese movimiento fulmíneo que distingue al futbolista del crack.

Así respiró Simeone y se clasificó el Atlético para los cuartos de la Copa. El Rayo hizo lo que pudo, sobre todo en la primera parte. Comenzó el partido a su estilo, siempre Rock’n Roll suicide: valiente, aunque eso signifique la muerte. Tenía que marcar al menos si quería dar batalla (el 1-1 de la ida obligaba) y tomó el balón pero el peligro se lo dejó en Vallecas. Aunque tampoco el Atlético tenía demasiado hasta que no marcó Correa. Porque Jackson puede hacer muchas cosas bien (desmarcarse, jugar de espaldas, intentarlo...) pero todo le cuesta horrores. A todo llega tarde. Todo, cuando lo intenta, le sale mal. O le sale, pero al revés. Le quita el balón Nacho, intenta recuperarlo y se va al suelo. Intenta un control con el pecho y la pelota se va fuera. Dispara y lo hace a las manos del portero. Va a culminar una contra y, entre que el compañero con el que corre (Correa) le pasa el balón tarde y que él no es Bolt, viene un rival (Quini) y se lo quita. Y así todo. Sus 82’ sobre el césped fueron una mezcla de desesperación y amargura que Simeone quiso rebajar despidiéndole con un aplauso. La grada también. A ver si funciona. Jackson es un gran futbolista, al menos lo fue, pero la cabeza se le ha desconectado de las piernas.

Cuando Jackson se fue, Griezmann ya corría sobre el césped y al Rayo se le había ido el partido. Pero no fue con el 2-0. Ocurrió antes, cuando se lesionó Llorente porque, en un lance con Filipe, llegó Baena y le pisó la pierna. Paco hizo sus tres cambios en diez minutos (Dorado, Bebé y Manucho) pero fue como tirar agua en suelo mojado: el Rayo ya era como esa novela de Eduardo Mendoza, Sin noticias de Gurb. No las hubo de Guerra. Ni de Montiel. Sólo de Embarba, un rato, y de Yoel, que aparecía una y otra vez en la foto, parando como podía las embestidas de un Atleti con su héroe sobre el campo. Un Atleti, por cierto, líder en Liga, firme en Champions y en cuartos de la Copa.
Let’s dance. A pesar de la FIFA.