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ESPANYOL | LA INTRAHISTORIA

Rastar Group se suma al fútbol como asunto de Estado en China

La fijación del presidente del país, Xi Jinping, es convertirse en una potencia del deporte rey. El nuevo propietario del Espanyol busca intercambios de jugadores y abrir academias.

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Xi Jinping, presidente de China, chutando un balón en el Croke Park de Dublín, en 2012. Es un apasionado del fútbol.
DAVID MOIRREUTERS

En su actualización mensual, el ránking FIFA alojó ayer a la selección de la República Popular China en una discreta posición 84. Insuficiente a todas luces para una súperpotencia mundial en la faceta económica, que ahora desea serlo también en el fútbol. El aterrizaje de Chen Yansheng y de su empresa, Rastar Group, en el Espanyol no es casual, sino que forma parte de la estrategia que el gigante asiático ha adoptado para convertirse, en el plazo aproximado de una década, en una de las mejores canteras de futbolistas.

Jinping, recibiendo la camiseta de Argentina de manos del vicepresidente del país sudamericano, Amado Boudou, el pasado año.
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Jinping, recibiendo la camiseta de Argentina de manos del vicepresidente del país sudamericano, Amado Boudou, el pasado año.HANDOUTREUTERS

La fijación nace del propio presidente de China, Xi Jinping, quien el pasado 27 de febrero instauró una reforma integral para fomentar a lo grande la práctica del deporte rey. El fútbol es asignatura obligada en los colegios de primaria y secundaria, lo que atañe a 200 millones de estudiantes, quienes cuentan con práctica y con el refuerzo teórico de un manual, editado por la Editorial Popular de Educación, que desmenuza lecciones táctica, estrategia, trabajo en equipo y valores. Un estímulo que va en paralelo al otro gran esfuerzo del gobierno chino: la implantación de academias. El objetivo es contar con 20.000 escuelas de fútbol en 2020 y hasta 50.000 en 2025.

Jinping sueña con repetir gestas como la de 2002, cuando la selección se clasificó para el Mundial de Corea y Japón —la única cita mundialista de su historia— e incluso con acoger su propia Copa del Mundo. La apuesta era pujar por la edición de 2026, pero la designación de Catar, otro país asiático, como sede para 2022 lo hace inviable. El presidente chino lo plantea casi como un reto personal, pues no en vano se trata de una afición propia. Jinping no esconde su pasión por el fútbol, que ha mostrado en más de una visita institucional.

Cuando aún era vicepresidente, en febrero de 2012, se le pudo ver sobre el césped del Croke Park de Dublín dando patadas a un balón, en la imagen que ilustra estas líneas. Numerosos mandatarios, sabedores de esta faceta, le han regalado camisetas de sus combinados: lo hizo el vicrepresidente argentino, Amado Boudou, el pasado año, o el primer ministro británico, David Cameron, en 2013. También David Beckham le obsequió con la elástica de Los Ángeles Galaxy o Park Ji-Sung con la de Corea del Sur.

Y todo ello casa con la idea de Rastar Group de adquirir la mayoría accionarial del Espanyol. ¿Cómo? Muy sencillo. Su proyecto pasa por mejorar la entidad perica, pero que a su vez los profesionales de ésta ayuden a modernizar el fútbol chino. En una entrevista a Xinhua, la agencia de noticias oficial de China, el propio Yansheng reconocía que “en el futuro queremos organizar intercambios de futbolistas”. También explicaba que invitará a su país al director deportivo, Óscar Perarnau, y abrir allí escuelas del Espanyol. “Espero que, gracias a esta colaboración, esta experiencia y el sistema del club, puedan ayudar a los jugadores chinos”, aseveró.

Quién sabe si China pretende emular con esta implantación del fútbol la conocida como Diplomacia del Ping-Pong, que gracias a la práctica del tenis de mesa permitió abrir el régimen a principios de los 70 a Occidente, hasta el punto de que Richard Nixon, presidente de los Estados Unidos, visitó oficialmente el país en 1972.