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RAYO-GRANADA

Sandoval: "“Será difícil igualar lo que sentí con el Tamudazo”

El entrenador regresa a Vallecas, un estadio repleto de recuerdos: el ascenso a Primera y la permanencia ante el Granada. Ahora dirige a los nazaríes y les urge la victoria.

MadridActualizado a
Sandoval posó para AS.
Pepe Villoslada

—Vuelve a Vallecas con el Granada, ¿será especial?
—Las sensaciones son encontradas. Regreso a donde me formé como técnico. Allí conseguí grandes logros, como la permanencia en una etapa muy fastidiada. Será una alegría volver a la que fue mi casa, pero lo haré con el Granada y necesitamos ganar. El destino es caprichoso: yo dejándome la vida con el Granada y el Rayo mejor situado.

—¿Cuál es su mejor recuerdo del Rayo?
—El Tamudazo. Ese día era vida o muerte. No habíamos estado en descenso en todo el año, pero durante el partido estuvimos en Segunda. Nunca he visto llorar a tanta gente de alegría. Aunque consiga otras cosas, será difícil igualar eso. La gente llorando de emoción, tirada en el suelo, besos por todos lados...

—Pasó a la historia.
—Los dos nos la jugábamos. A ellos les valía el empate, a nosotros sólo la victoria. El pasado es eterno en tu presente. En mayo viví algo similar en Granada, conseguimos una salvación agónica en cuatro partidos. La gente aquí es top, parecida a la de Vallecas. Desde que llegué sólo he recibido afecto.

—¿Qué significó el Rayo para Sandoval?
—Todo. Le estaré eternamente agradecido. Allí conocí héroes dentro del campo y trabajando en un club muy familiar. Fue una etapa dulce e imborrable. Gracias al Rayo di un salto en mi carrera. El ascenso con el filial me abrió las puertas del primer equipo y me permitió, sin ser jugador profesional, entrar en la rueda de ser técnico de Primera. Y qué decir de la afición, fue el motor para que todo saliera bien. Me cantaban Bukanero Sandoval. Me fui físicamente, pero no mi cabeza. Ahora me debo al Granada, que creyó en mí en el momento más bajo de mi carrera. Sólo deseo que ninguno salga dañado de este partido, que será el más difícil.

—¿Cómo ve al Rayo de Paco?
—Paco le ha imprimido su sello al Rayo. Era complicado llegar, pero más aún mantenerse. Yo he estado en ese puesto y sé las dificultades que tiene. Paco ha marcado un camino y su Rayo tiene un estilo que me encanta, con la personalidad del técnico, que sabe sacar lo máximo a sus jugadores.

—También su propuesta en el Rayo era ofensiva...
—Nos parecemos en muchas cosas: en la presión alta, en llevar el peso del partido, no variar la filosofía por el rival... Paco le dio continuidad a esa idea y la llevó más allá. Felipe, que es el motor, buscó ese perfil de técnico y siempre monta una plantilla en torno a esa idea.

—Un empate ante el Espanyol y están en zona peligrosa...
—No hemos sido inferiores a los rivales, hemos tenido el partido a favor hasta los últimos minutos, pero hemos cometido fallos. Esta plantilla tiene velocidad, gente joven, un fútbol vertical... Quiero que mi equipo plasme su personalidad en el campo. Los resultados no acompañan al juego y estamos abajo por esos errores. Ahora ganando uno o dos partidos daríamos un salto importante, los jugadores tienen fe en lo que estamos haciendo.

—¿Qué le está pasando al Granada en los últimos minutos?
—Ha faltado suerte, pero no podemos bajar los brazos. Por este camino, con trabajo, cambiará la suerte. Debemos hacernos más fuertes en los últimos minutos, que no nos afecte en lo psicológico. El fútbol es un juego y el azar existe, lo malo es que los resultados condenan mucho el trabajo.

—Si tuviera que apostar, ¿se salvarán Rayo y Granada?
—Tengo fe ciega en ambos por su propuesta, tendrán su premio. También es lo que yo deseo porque llevo a los dos en mi corazón. Se merecen estar en Primera.

—¿Descarta volver a entrenar al Rayo en el futuro?
—Soy un profesional y me debo al Granada. Ojalá esté eternamente aquí. Se vive muy bien, la ciudad tiene alma. Y ojalá Paco siga mucho en el Rayo. Cuando yo me fui no dije adiós sino hasta luego. Me gustaría volver en el futuro, he sido vecino de Vallecas e iba a ver sus partidos cuando estaba sin equipo.