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GRANADA 2 - CÓRDOBA 0

El efecto Sandoval funciona

Es la segunda victoria con el nuevo técnico y caza al Eibar en la lucha por evitar el descenso. El Cordoba se quedó con nueve por las expulsión de Iñigo López y Fede.

Actualizado a
El efecto Sandoval funciona

“Granada es de Primera”, canta Los Cármenes, que se aferra a las matemáticas y a la corriente positiva que se ha instalado en torno a su equipo tras la llegada de Sandoval. Mainz, eterno capitán, y El Arabi, bandera de la reacción nazarí, mantienen con pulso el corazón rojiblanco a costa de un Córdoba defenestrado y sin alma. La salvación está ahí, a un punto. Granada cree en el milagro. 

Sandoval ha cambiado el aire y el ánimo a su equipo. Su Granada salió dispuesto a avasallar al Córdoba y se lo llevó por delante en los primeros 45 minutos. Aun así, le costó hincarle el diente. Cuando llegó el gol de Mainz con el primer acto agonizando, el Granada había dilapidado hasta seis ocasiones claras para haberse adelantado en el marcador, pero el poste y un inspirado Juan Carlos lo evitaron. Todo quedó despejado para los locales después de la doble jaimitada de Íñigo López, que enfiló el camino de la ducha con dos amarillas en la mochila antes de la media hora de partido. 

Alimenta el milagro y sus esperanzas el Granada, pero sigue siendo un equipo con el depósito de la confianza bajo mínimos. La presión es máxima, hace mella y llevó a los rojiblancos a excederse en la conservación del resultado en el arranque de la segunda parte. Pero un empujón infantil de Pantic a Rochina finiquitó el partido. El Arabi no perdonó desde los 11 metros y la afición se permitió al menos una de esas tardes de fiesta e ilusión que tanto han escaseado esta temporada en Los Cármenes.

A pesar del resultado y de la imagen de equipo cadavérico que deja a su paso, el Córdoba hace algunas cosas bien. Más de lo que indican sus paupérrimos números. Pero es un equipo casi desastroso en los pequeños detalles y de mantequilla en las áreas. Cartabia aún tuvo tiempo de afear más el calvario blanquiverde con una autoexpulsión absurda e injustificada por protestar. Cuentan las horas en El Arcángel para que se acabe cuanto antes una temporada que debió ser inolvidable para bien y lo será para mal. El Granada, en cambio, se mantiene con vida sobre el abismo. Su milagro sigue siendo posible.