Trabajada victoria del Espanyol ante un Córdoba estancado

Bastante de bíblico tuvo el triunfo del Espanyol sobre el Córdoba. Y no porque a los blanquiverdes les empiece a pintar el futuro casi tan negro como una plaga o como la camiseta que lucieron en Cornellà, tras encadenar su sexta derrrota. Fue bíblico porque los tres puntos se decantaron por un gol de Abraham, quien al contrario que el personaje al que debe su nombre, no solo no padecerá una maldición de 100 años sin descendencia sino que dedicó ese tanto a su futuro hijo, ya en camino. Y lo hizo paradójicamente ante Bebé, el habilidoso revulsivo del Córdoba que casi equilibra la balanza en la segunda mitad.

Al Córdoba le penalizó mucho más el primer tiempo de conformismo, de dar por bueno el 0-0 hasta el descanso, que le premió una segunda parte de arrebato a por el gol. Y así, se decantó el partido para un Espanyol con mucho más empaque y dominio de la situación, aunque hasta el gol también a los pericos les pesó más el esfuerzo y el tacticismo que el ingenio. Precisamente era Abraham quien más lo había intentado, primero en un testarazo alto a la salida de un córner y después desde un chut lejano y desviado. A la tercera fue la vencida, o a la trigésimosexta (las jornadas que llevaba en Primera sin estrenarse), en otro intento desde la frontal, este certero, tras una dejada de Caicedo. Un golazo, al fin y al cabo.

Llegaba ese tanto al filo del descanso y se las prometía felices el Espanyol ante un Córdoba que nunca había ganado si recibía un solo gol. Y así seguirá siendo, pese a que en la reanudación los de Djukic lo pusieron todo y más de su parte. Providencial resultó la irrupción de Bebé, a quien le bastaron siete minutos para obligar a lucirse a Casilla. Minutos más tarde volvió a tener el empate el portugués, que al contragolpe lo hizo todo bien excepto lo más sencillo, que era culminar la jugada. Pero no estuvo solo Bebé, ya que tanto Crespo como Florin dispusieron de clarísimas acciones a balón parado. El primero envió el larguero, el segundo se topó con un paradón de Casilla.

Seguramente mereció más un Córdoba que se volcó y mostró convicción cuando ya iba por detrás, demasiado tarde. Y encontró el Espanyol el premio a su dominio en buena parte del encuentro, aun sin exhibirse. Siguen colistas los andaluces y cambian el chip los pericos, ahora enfocado a la semifinal de Copa ante el Athletic, el partido más importante de la historia de Cornellà.