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BARCELONA 0 - MÁLAGA 1

Pues sí, todo sigue igual

El Málaga le frustra y le impide ponerse líder con un gol de Juanmi en el minuto 7 y una gran defensa. Messi estuvo muy desafortunado y sin él, no hubo ideas.

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Pues sí, todo sigue igual
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Pues hay que pedir perdón a Luis Enrique, que tenía razón cuando decía que “no ha cambiado nada desde Anoeta”. En lo que hace referencia a sus habilidades para plantear partidos, el asturiano estaba en lo cierto. La incapacidad táctica del Barcelona sigue inmaculada desde ese día, e incluso de antes. El partido ante el Málaga fue una prueba. Si la inspiración de los jugadores no funciona, el registro táctico que se les aporta desde el banquillo es menos que nada. De nuevo, el Barça volvió a tropezar con la misma piedra y el Málaga le dio un señor baño táctico al conjunto blaugrana, que perdió en su campo por 0-1 ante un equipo malaguista al que le faltaban sus dos mejores jugadores: Amrabat y Camacho.

Un Málaga bien plantado en el campo le repitió al Barça la jugada de la primera vuelta, capando cualquier iniciativa de un Barcelona, que volvió a tirar por la borda la posibilidad de ponerse líder de la Liga ni que fuera por una noche. Perder un partido en la pizarra es aceptable, perder dos contra el mismo rival es de juzgado de guardia.

El Málaga pasó por el Camp Nou con la lección bien aprendida, sabiendo lo que tenia que hacer y se puede decir que se llevó los tres puntos sin pasar agobios. Repitió Gracia el planteamiento de la primera vuelta, en la que los catalanes no dispararon a puerta ni una sola vez. Luis Enrique, que venía avisado, se la pegó con todo el equipo. Tal y como pasó en Anoeta, al Barça le entró el vértigo en el peor momento.

Tanta defensa de las rotaciones, tanta insistencia en asegurar que no ha cambiado nada, tanto empecinarse en que no se tenía que pensar en la Champions llevaron al Barcelona al colapso en el peor momento. Desperdició el Barcelona una oportunidad de oro para cambiar el estado mental e la competición, que volvió a dejar en manos del Real Madrid.

Si alguna cosa se suponía que podía aportar el técnico asturiano al Barcelona esa era competitividad. Pues bien, ante el Málaga fracasó de pleno. Hay días en los que no está permitido fallar y el Barça dio el cantazo en el peor momento.

Tal y como pasó en la primera vuelta, el Barcelona nunca supo cómo atacar la defensa del Málaga, que estuvo de diez del primer al último minuto del partido. Tal y como pasó en septiembre, el Málaga le regaló las bandas al Barcelona a cambio de cerrarle los pasillos interiores y ahí el equipo de Luis Enrique se hizo un lío. Prueba de ello es la producción de saques de esquina inútiles que generó el Barcelona. Bueno, tan inútiles no, que de un córner en contra el Málaga construyó el gol que decidió el partido en el minuto diez, cuando Kameni atrapó un remate de peluche de Suárez, saco en largo y Alves, pensando en su próxima pose en Instagram, cedió el balón blandito a Bravo para que Juanmi le robara la cartera y marcara un gol decisivo. Quedaban 80 minutos por delante, pero el Barcelona se movió menos que las pirámides de Egipto.

En la segunda parte se sublimó el repaso táctico del Málaga al Barcelona, que apenas exigió a Kameni, con lo que el portero camerunés del Málaga no pudo bajar peso. Como gran solución, a Luis Enrique se le ocurrió introducir en el campo a Mascherano y dejar a Xavi en el banquillo al tiempo que Piqué se sumaba como delantero centro. Menos mal que todo esto lo veía Braida desde el palco con la pasión de Joan Gaspart. El fracaso al final de los 90 minutos va más allá de un partido perdido. Supone tirar por la borda la oportunidad de presionar a un Madrid que tiene en el técnico del Barça a su mejor aliado.