Messi y Neymar dibujan el fútbol

Con los cinco sentidos ya en el Calderón. Ahora sí. Se acabó la interminable serie de partidos ante el Elche, después de que las fechas uniesen los partidos de Copa con el primero de la segunda vuelta. Ganó el Barça, era lo lógico y esperado, pero lo hizo después de vivir varios partidos dentro del mismo. Con la posesión culé como denominador habitual, a Luis Enrique le salieron bien las rotaciones y el hecho de confiar en ocho canteranos de inicio: sólo Bravo, Mascherano y Neymar se formaron lejos de La Masía.

Por un momento, al culé se le vino a la cabeza el partido de Anoeta. Como en San Sebastián (1-0), el Barça salió dando unos síntomas no muy positivos. Dubitativo en el toque y sin la circulación necesaria, el equipo de Luis Enrique parecía creer, pero se vio constantemente interrumpido por la dureza del Elche. Golpes bajos, feos, de aquellos que acostumbran a picar en los tobillos y que según como sean las tarascadas, pueden dejarte fuera de combate. Muestra de ello fue la batalla que mantuvieron Damián y Neymar. El espectáculo de ambos fue lamentable, irritante y desagradable. Ya en Copa tuvieron su particular batalla y pareció que habían quedado para el combate definitivo. Eso sí, al final del partido hubo abrazo y gestos de buena complicidad. Bien.

Piqué rompió el tablero tras un control con el pecho y un potente derechazo. Era ya el tramo final de la primera parte. Fran Escribà protestó. El técnico local repasó mentalmente el reglamento y encontró algo en lo que agarrarse, aunque sin la respuesta esperada: si hay una tarjeta de por medio en la jugada (fue mostrada a Pelegrín), hasta que el árbitro no haga sonar el silbato, el juego no puede reanudarse. Pero Xavi fue pillo, probó suerte y le salió bien. El pecho de un cada vez más asentado Piqué sirvió para frenar el balón y reventarlo ante la mirada de Tyton. Fue el primero de seis goles, aunque hasta ese momento, el partido había sido más bien diferente, incómodo para un Barça que olía a protestas por un césped seco, alto e irregular.

Corrió el Elche detrás de la pelota, aunque también en busca de la portería de Bravo. El chileno, con el único empate del partido, tuvo que poner las rodillas y las manos para evitar que los locales cogiesen ventaja. Contribuyó al triunfo una vez más a la espera de que los cracks dejasen la firma en el Martínez Valero.

El show. Los quisieron enfrentar desde que Neymar firmó por el Barça, pero Messi dice del brasileño que “es un buen chaval”. La química es evidente. Cada vez van a más y mientras el equipo se beneficia, el culé, en las gradas y ante el televisor, babea. Combinaciones perfectas, solo al alcance de unir tanto talento, llevaron al Barça de conducir el partido por una camino de cabras a hacerlo por una autopista bien asfaltada. Sensacionalmente asociados con Rafinha (se lo pasó bomba) y por Xavi, elegante como siempre, el Barça fue liquidando la moral del Elche y las fuerzas de sus futbolistas. Como si de un juego de videoconsola se tratase, los dos cracks iban combinando: picadita por aquí, taconazo por allá, regatito a este lado, finta por el otro... Todo para encontrarse siempre ante Tyton, que comprobó como Leo le hacía dos (como Neymar) y se sitúa sólo a siete goles de Cristiano (21 a 27): el crack culé quiere el Pichichi sí o sí.

Viene la Copa. Primer objetivo. Llega el choque con Messi y Neymar en plena forma y decididos a pasar a semifinales. Estos dos dibujan el fútbol.