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RAYO VALLECANO

Paco Jémez: "Cuanto más pequeño, más valiente debes ser"

Su filosofía se puede condensar en que no importa el qué sino el cómo. Fiel a un estilo valiente, los resultados avalan su trabajo.

Actualizado a
Paco Jémez
FELIPE SEVILLANODIARIO AS

¿Cómo fue 2012?

Muy bueno. Estamos cumpliendo los plazos y los objetivos marcados. Si nos lo hubieran dicho al empezar hubiéramos puesto caras raras.

¿Y el salto a Primera?

Arriesgado porque, en junio, todos dudaban del proyecto deportivo: nosotros, los jugadores, la afición, la Prensa Un proyecto con poco dinero en una Liga tan exigente genera dudas.

¿Qué es lo que más le ha sorprendido en estos meses?

La tranquilidad que hay. Parece que el Rayo es una caja de bombas y es una balsa de aceite. El club funciona bien, es serio, paga al día, no hay ningún problema. Más allá de la visión que podamos proyectar de inestabilidad, es todo lo contrario.

¿Qué destaca del equipo?

No hay ni un jugador que piense sólo en la permanencia. Este arranque nos lleva a pensar que podemos lograr algo más.

Es sinónimo de valentía.

Cuando me decidí a entrenar tenía claro cómo quería que jugaran mis equipos. Prefiero pecar de valiente que de lo contrario. Doy más importancia al proceso que al final porque el final depende del proceso.

Pero ante el Barça algunos le tildaron de temerario...

Puede ser. De cien veces que el Rayo se mida al Barça en 98 ó 99 pierde, por ejemplo. La única posibilidad de ganar es siendo valiente. Y si alguien cree que iremos al Camp Nou a meternos atrás está equivocado. Cuanto más pequeño eres, más valiente debes ser.

¿Cómo es Paco?

Muy sincero. Me gusta que la gente sepa qué quiero. No me gustan las mentiras, ni mandar mensajes a través de otros.

¿Y la defensa de tres?

Me he divertido jugando con defensa de tres, a lo mejor ellos no tanto (risas). Ahora el equipo está más maduro, aunque podríamos volver a utilizarla.

En ataque surgió Leo

Tiene unas condiciones espectaculares, pero no hemos visto al mejor Leo. Es un futbolista de un equipo grande y uno de los jugadores más importantes en el primer tramo liguero.

¿Cómo es esta afición?

Es conocida en España e incluso fuera. Muy visceral, siempre está con el equipo. Hemos notado demasiado su 'huelga de animación'. Es un lujo que no nos podemos permitir.

¿Es cierto que hace magia?

Me gustan los trucos, la magia de cerca, con cartas. Lo hacía para pasar un rato con los amigos cuando quedábamos, no para hacer un espectáculo.

En lo que es casi un profesional es en el golf

Tengo el hándicap, sí. Me encanta y se me da bastante bien. El golf te exige mucho tiempo, una partida requiere de cuatro a seis horas y no puedo dedicarle ese tiempo porque se lo quitaría al Rayo y me matarían.

¿Ese gusanillo se lo transmitió Guardiola en la Selección?

Empecé a jugar en A Coruña, antes de irme a Zaragoza. Luego coincidía con Pep en La Roja y cuando había campo en el hotel nos escapábamos a echar unos hoyos. Él tenía un buen swing.

¿Qué técnico le marcó más?

Cuando era jugador pensaba que todos los entrenadores eran unos personajes peculiares y los que no lo son se acaban convirtiendo. Es un proceso. De todos se aprende, incluso de los malos. Camacho me marcó, siempre que pudo tiró de mí.

¿De dónde es Paco?

Nací en Las Palmas porque mi padre, que es cantaor flamenco, trabajaba allí. Pero con menos de un año se le terminó el contrato y nos volvimos a Córdoba, donde me crié. La historia era un poco larga y al preguntarme digo directamente cordobés.

Su padre, Lucas de Écija, ¿prefería que fuera artista?

Era una profesión muy dura. El cantaor de hace 30 ó 40 años tenía que buscarse la vida por la noche en las calles, con los señoritos hasta las seis de la mañana para llevar 2.000 pesetas a casa. Acostarte durante el día y volver a recibir una llamada a las siete de la tarde para ir a una taberna porque Fulano quería hacer una fiesta... La vida de mi padre ha sido de lo más perra que te puedas imaginar y no la quería para mí. -¿Aún escucha su música?

Me sé todas sus canciones. Grabó dos discos y el segundo, el que más viví, lo guardo como oro en paño. Lo que él hace tiene más mérito que lo que yo hago. Mi vida es más tranquila.</l>

¿Sus niñas son futboleras?

Sí. Nadia, de 13 años, y Carla, de 8. Viven en A Coruña, donde todo el mundo es del Depor. El año pasado jugamos allí con el Córdoba y sus compañeros la decían: 'Ah, tu padre perdió'. Cuando el Depor vino a Vallecas este curso y le ganamos disfrutó de la leche porque, con un par, se presentó con una camiseta del Rayo en el cole. La tenía guardada (risas).

¿Sueña con hacer historia?

Nosotros vamos a intentarlo. Nadie me ha dicho hasta dónde puedo llegar y me gusta comprobarlo por mí mismo. Siendo jugador estaba harto de oír a la gente decir que no llegaría a ningún sitio en mi carrera. Y al final he jugado casi 300 partidos en Primera y he sido internacional 21 veces.