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MÁLAGA 4-VALENCIA 0

Un repaso de Champions

Recital de fútbol de un Málaga que ha superado con goles de Portillo, Saviola, Roque Santa Cruz e Isco a un inoperante Valencia, que da un paso atrás en sus aspiraciones.

Actualizado a
CELEBRACIÓN. Los jugadores del Málaga celebran abrazados un gol mientras Barragán y Ricardo Costa muestran su desolación.
CELEBRACIÓN. Los jugadores del Málaga celebran abrazados un gol mientras Barragán y Ricardo Costa muestran su desolación.

El Málaga homenajeó de la mejor manera posible a Viberti, considerado mejor jugador malaguista de todos los tiempos y que falleció ayer. Con fútbol rápido, coordinado, artístico y brillante superó de cabo a rabo a un Valencia medroso que no se enteró de qué iba la fiesta e inofensivo lejos de Mestalla (sólo ha sumado dos tristes empates fuera de casa). Los de Pellegrini, además, ponen fin a cuatro jornadas seguidas sin ganar.

La salida vibrante y efervescente del Málaga pilló congelado y acaramelado al escuadrón de Pellegrino, preludio del desastre que le esperaba. El chorreo empezó cuando Eliseu se hizo con un balón y le da un pase atrás a Portillo. El chaval de El Palo levanta el periscopio, se percata de que los centrales del Valencia están pasotas y coloca un precioso disparo que supera al estético Diego Alves. Corría el minuto siete, y el Málaga ya mandaba sobre lo que lo que un día fue césped y hoy es albero taurino.

El Valencia estaba superado, apenas le duraba la posesión y el Málaga, redoblando esfuerzos para tratar de hacer buen juego en semejante adefesio de terreno, llegaba una y otra vez al área forastera. En el minuto 33 Saviola se va solo, pero dispara mal, sin duda retardado por esos cutres hierbajos, restos de la voracidad del hongo Pytium, a los que miró Joaquín con resignado aire de reproche cuando, un minuto después, no llegó por un dedo a enganchar un impresionante pase de gol de Jesús Gámez. El gaditano tuvo otra ocasión a los 40 minutos. En vano. El gran rival del Málaga no era el triste Valencia, al quien lo único que le brillaba era su nuevo uniforme. No. El enemigo era el campo. Así no se puede jugar. Los de Manuel Pellegrini pudieron irse tranquilamente al descanso con dos o tres goles más. Y sin embargo, la brecha era sólo de uno. ¿Pagaría tanto regalo? ¿Reaccionaría el Valencia?

Sólo habían pasado tres minutos tras la reanudación cuando el Málaga volvió a tener una nueva ocasión de platino. Nueva fenomenal jugada de Eliseu (el portugués está de cine) que da un centro preciso; de manera sincronizada Isco, inteligente y preciosista, realiza un movimiento de arrastre que deja sólo a Saviola, cuyo misil es increíblemente mandado a córner por el espectacular Diego Alves. El Conejo, siete minutos después, (minuto 55) enviaba otro nuevo recado que se iba lamiendo el palo derecho de Alves, apenas unos segundos después de que El Flaco decidiera sentar al ayer desaparecido en combate Banega, para ver si Jonas ponía algo de cordura al caos que ayer era el equipo de Mestalla. Nada,

El partido se calentó en la grada cuando, en apenas unas décimas, el engominado Muñiz Fernández no consideró punible un manotazo de Cissokho a Gámez (el de Fuengirola se agarró un rebote de campeonato) y mostró amarilla a Joaquín (minuto 58') por simular un penalti de Gago. En verdad no lo fue.

La elegancia social del regalo había dejado respirar a un Valencia que estaba retrasando el palizón que le iba a llegar. A los 65 minutos tuvo su primera ocasión digna de ser calificada como tal, un remate de cabeza del paraguayo Nelson Valdez que se fue alto. Señal para meter al rapidísimo Pablo Piatti, el Duende, por el mexicano Guardado, también desapercibido.

Festival final

. Tres minutos después de un trallazo de Joaquín que se estrelló en el palo, se rompió el cántaro. Un buen envío de Toulalan es empalado por Saviola y el esférico entra tras dar en Ricardo Costa. Cuarto gol del argentino.

Y entonces el Valencia se desplomó. Joaquín, que estuvo fabuloso, fue aplaudido por todo el público cuando fue sustituido por Roque Santa Cruz. Y el delantero demostró su olfato de gol culminando con la precisión de un delantero de categoría una estupenda jugada con protagonismo para Isco, y Jesús Gámez. El Valencia, groggy, pedía la hora cuando Isco, que volvió a recobrar su inspiración, firmó el póquer con un buen gol desde fuera del área que dobló a Diego Alves. Pitido final y festín de Champions de un Málaga que pilló dormido a un Valencia que sigue siendo una canguro fuera de Mestalla.