Otra Liga para la patrona

El Madrid llegó a la Catedral de la Almudena a las 11:45 horas. Mourinho se apresuró a sentarse en un banco para cerrar los ojos y rezar una oración. Pero inmediatamente, Andrés Pardo, delegado episcopal de Liturgia de la Archidiócesis, le pidió que se sentara en la primera fila junto a los cuatro capitanes (Casillas, Ramos, Marcelo e Higuaín) para dar comienzo a la misa y la ofrenda floral a la patrona de Madrid.

A las 12:00 horas tomó la palabra Florentino Pérez: "Este club quiere contribuir siempre de alguna manera en la búsqueda de un mundo menos injusto y más solidario. Ofrecemos esta Liga en esta Catedral para los que nos dan la fuerza para seguir soñando y aquellos que peor lo tienen".

El cardenal arzobispo Antonio María Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal Española, recogió el testigo del presidente madridista: "La historia madrileña está a la sombra de San Isidro, santo del siglo XI. Al igual que la Virgen de la Almudena, aquel Madrid que acababa de liberarse de la dominación musulmana entraba en la lucha de los nuevos reinos". Unas palabras que no entendieron muy bien unos distraídos Altintop, Sahin, Khedira, Özil, Lass y Benzema. Todos ellos musulmanes, como Zinedine Zidane. Ninguno subió luego a saludar a Rouco y se abstuvieron de la ofrenda a la Virgen de la Almudena, pero sí aparecieron en la foto de familia.

El resto de la plantilla, visiblemente cansada del tour oficial de actos, se colocó durante la misa en los bancos por diferente orden de nacionalidad. Los españoles Callejón, Adán, Albiol, Granero, Arbeloa y Xabi, por un lado. Los portugueses Carvalho, Pepe, Coentrao y Cristiano, en otro. Y por delante de los futbolistas musulmanes, Kaká, Di María y Varane.

Sermón.

Rouco no les habló de récords, ni de puntos, ni de las 32 Ligas: "Por muchas que sean nuestras capacidades, nuestras habilidades o nuestro valor, todos dependemos de la ayuda de Dios. Reconocer que hay otro que nos da fuerza es muy importante". Se despidió cantando el himno de Santa María de la Almudena, que gustó especialmente a Marcelo, que no paraba de reírse. A la salida del templo resonaba un grito procedente del exterior: "¡Campeones!, ¡Campeones!". Mou habló para los medios antes de marcharse: "Es gratificante escuchar los cánticos del público. Yo continúo igual en el fútbol y en la vida".