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Liga BBVA | Getafe - Zaragoza

El día del juicio final

El Zaragoza sale a por el milagro respaldado por su fe y la afición.

Actualizado a
<b>PREPARADOS PARA EL PARTIDO DECISIVO. </b>Jiménez y sus jugadores, al inicio del entrenamiento de ayer en el campo del Alcorcón.
macario muñoz

La escena viene repetida, un año después, y permite una síntesis exacta de la realidad del Zaragoza de hoy: el equipo vuelve a jugarse la permanencia el último día, después de una remontada delirante. Y detrás del equipo viene la cofradía de fieles, conformada por cerca de 10.000 zaragocistas que tomarán Getafe con el espíritu irredento de una hinchada que conjura con su presencia los días más inciertos de la historia del club. Enfrente, el Getafe. Casi sin gente en las gradas. Con nueve bajas. Y sin nada en juego...

Esas pinceladas explican un partido extremo, magnificado por la inaplazable necesidad del Zaragoza, porque es el choque al que mirarán todos los demás implicados y por las sospechas levantadas en la última semana. La culminación de la epopeya depende del encuentro de hoy. El último tramo del milagro lo habrá de recorrer el equipo otra vez sin Aranda, cuyos problemas musculares le han impedido jugar en los últimos cinco partidos del campeonato. Y sin Zuculini, que ha encarnado el espíritu montaraz de este Zaragoza rebelde, cuya fuerza inspiradora ha sido el entrenador y los valores grupales. Esos impulsos le han permitido coronar en estos meses a héroes inesperados.

Parches. Jiménez no moverá casi nada, aunque cabe la duda de si se apoyará en la experiencia de Luis García, que ya logró escapar del pozo en dos ocasiones tremendas con el Mallorca y el Espanyol. Acosado por una fila interminable de ausencias, su homónimo, Luis García Plaza, habrá de armar un equipo de aluvión. Pero aun así le sale un once con nombres apreciables que, sin tensión competitiva, asegura calidad para darle un susto mortal al Zaragoza. Ni este equipo ni su gente han llegado hasta Getafe para morir en la orilla. Ahora... el fútbol es el fútbol, un asunto en el que todo es posible, hasta lo más impensado. A a estas alturas, y mirando atrás, el Zaragoza debe saberlo mejor que nadie.