Guaita: un número 1 que luce el '13' por su padre

Cuentan en el vestuario del Valencia que Santiago Cañizares, cuando aún estaba en activo, aventuraba que iba a ser Vicente Guaita quien le relegaría al banquillo. Al final no fue del todo así la historia, aunque viendo cómo se las gastó anoche el canterano che, el ahora comentarista no iba nada mal encaminado. Guaita (25 años) tiene una virtud por encima de todas: su temple. Nada ni nadie le impresiona. Le da igual jugar entre amigos en el patio del Colegio Monte Sion de Torrent donde se crió, que hacerlo en un escenario como el Santiago Bernabéu. A Guaita, que luce el '13' y no el '1' por decisión propia y como homenaje póstumo a su padre, nadie le ha regalado nada. Como buen canterano tuvo que ganarse primero el respeto fuera antes de triunfar ante su gente. Fue en el Recreativo donde dejó de ser un niño en esto del fútbol (con el premio de portero menos goleado de Segunda incluido) y tras su vuelta a Mestalla la competencia que ha tenido ha sido feroz. El año pasado comenzó a la sombra de César y Moyà, pero por cosas del destino y de su buen hacer, terminó siendo el titular de Unai. Pero apareció Diego Alves ("tenemos a los dos mejores porteros", decía ayer Manuel Llorente) y, como quien dice, Guaita tuvo que empezar de cero. Más aún cuando Fernando Llorente le cayó encima en octubre y le dejó dos meses la mano malherida. Pero ayer Guaita, aficionado a la colombicultura, voló en el Santiago Bernabéu.